MAYUUUSCULAS
Gutenberg inventó la imprenta. Pregunta regalo en un examen de cultura general. A principios del siglo XVI. Aunque existen sus detractores. Aparte de los precedentes habituales a cada invento y de los chinos, que utilizaban algo parecido, la imprenta de tipos móviles de hierro la inventó el doctor Faustus.
La imprenta era considerada como un invento diabólico, propio de la creación mefistotélica de este personaje alemán (del que da buena cuenta Goethe). Gutenberg sólo se quedó con la patente, con no muy buenas artes, todo hay que decirlo: robo, extorsión, compra fraudulenta, intercambio con su alma (por eso el infierno está lleno de propaganda panfletaria)...
En estas primeras imprentas cada letra, con sus variantes, necesitaba un tipo diferente, una matriz individualizada. Así una vocal podía tener cinco o seis piezas diiferentes: con acento, diéresis, circunflejo, tres puntitos, etc. Las mayúsculas, al ocupar toda esta pieza entera, dificultaban tal variedad.
Después, ya en época moderna, apareció la máquina de escribir que, igualmente, impedía colocar el acento en las letras capitales. Con lo cual nos otorgamos una tácita dispensa a la hora de acentuar las mayúsculas en escritos mecánicos. La comodidad e incultura popular, trasladó esta bula a los textos manuales.
Así, se ha creído, desde hace bastantes años que las mayúsculas no se acentúan. Craso error. La Real Academia en su Ortografía dice: el uso de mayúscula no quita la obligatoriedad de la tilde exigida por las normas.
Señores, nunca ha existido esa oficial vista gorda, nadie ha decidido tal barbaridad, que atenta contra las buenas formas. Las máquinas de hoy día, los ordenadores y demás artilugios de la palabra escrita, no tienen problemas para tildar las letras, sean del tamaño que sean. No acentuar una mayúscula, por tanto, es una falta de ortografía inexcusable.
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