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La cueva en el centro

La cueva en el centro

FEX

 

Zambra tradicional del Sacromonte

 

Hay granadinos que sólo conocen la Alhambra por fuera. Hay granadinos que sólo han visto la Sierra de lejos. Hay granadinos que sólo saben del Sacromonte, de sus cuevas y de sus bailes de oídas. Un sabio dijo: “si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña”. Remedándolo podemos decir: “si Granada no sube al Monte, el Monte baja a Granada”. Y así fue. Por segundo año consecutivo, enmarcado en las actividades del FEX, un grupo de gitanos, gobernados por Curro Albayzín, pusieron el sabor y el color de las cuevas al alcance de mil doscientos granadinos y visitantes, tal vez más. Llama la atención la expectación que el flamenco despierta, la acogida respetuosa de los artistas y el orden perfecto de los espectadores guardando su turno y ocupando sus localidades (por fin parecemos europeos).

Un servidor, aunque tiene pase de prensa y otros hilos que mover, guardó religiosamente una cola de casi hora y media para entrar al recinto y poderse sentar. Más de la mitad de los espectadores aguantaron de pie hasta el final que los gitanos repartieron “volaeras, volaeras, volaeras”.

El ambiente estaba conseguido. Un derroche de color en los vestidos, las gitanas de Granada con flores como toca, un humillo que sale de poco a poco representando el hogar, una voz anuncia al comienzo, “que hay danza”, “que han venio’ los señores”…, al igual que gritaban las “avisaoras” en un pasado no muy lejano, cuando los “orejas” subían público a las cuevas.

En la zambra se representan los bailes y cantes típicos que los gitanos granadinos efectúan tradicionalmente en el rito de la boda. Es una manifestación alegre, una fiesta, donde suena la alboreá y la cachucha o el perdón de la novia (Angustias "La Mona", Encarna Heredia "La Gallina" Isa Vega y Anabel Moreno); los tangos del Sacromonte, bailados por La Gallina, los tangos de la flor o de falseta, interpretados por Loles del cerro, una gitana de 80 años cargada de gracia y maestría y los tangos de la Penca; los fandangos del albayzín, verdadero estandarte del cante granadino, el petaco, en peligro de extinción, bailado por Curro, que lo aprendió de María La Vizca y de Pataperro y las bulerías (Anabel Moreno); unos poemas de Lorca bordados por Curro, la soleá de Arcas, que bailó estremecida Angustias Ruiz “La Mona” y una muestra por seguiriyas y alegrías presentadas por tres generaciones, el abuelo Raimundo, la madre Rafaela y la nieta Alba que, con doce años, tiene una trayectoria desbordante; y, para terminar, la mosca, un baile tan picante y atrevido como simpático y garboso.

* FOTO: Curro Albayzín, el año pasado en este mismo espectáculo (© Jesús Montoya) 

1 comentario

Patón -

Me gustan el Curro y su verborrea poética.