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Noche de fuerza en el Corral

Noche de fuerza en el Corral

Los Veranos del Corral. IX Muestra de Andaluza Flamenco

¿Qué tienen en común los dos artistas que actuaron el último día del mes de julio en el Corral del Carbón? Sin duda, su fuerza. José Valencia en el cante y Juan Carlos Cardoso en el baile, se destacaron por la frescura de su tronío, cada uno en su modalidad.

Valencia, un exponente imprescindible en el cante atrás, desde hace un par de años ha dado el salto para manifestar sus cualidades también cantando alante, en donde lleva atesorados varios premios, entre otros el del artista revelación en la Bienal de Sevilla 2004. Por este escenario ha pasado en multitud de ocasiones, siempre acompañando al baile, haciendo notar su torrente de voz y su sentido del ritmo. Es por eso que los cantes a compás, prácticamente la totalidad de su recital, sea lo que borda. Aunque no sé por qué extraño mecanismo, el cantaor lebrijano de Cataluña, venía a pasar un examen, a superar una prueba, que impedía su distensión. Siendo un cantaor festero, sus propuestas jondas cobran un gran sentido. Su entrega fue total, incluso denunció el límite de sus fuerzas. Medio en broma cuando le pidieron seguiriyas dijo: “Vais a acabar conmigo”. Con su voz algo tomada, cantó soleares, malagueñas y fue grande en las seguiriyas, quizá con exceso de grito que, aunque controlado, se mire por donde se mire, es innecesario en la resonancia de este cantaor. Los cantes de Cádiz parecían un acompañamiento bailable y no un cante con entidad propia. Personalmente, me quedo con las bulerías llenas de modismos y control y con el par de martinetes que nos regaló antes de bajarse del escenario. Sin micrófono, sin embargo, hubieran sonado más auténticos. Miguel Iglesias, a su lado, es el guitarrista que todos quieren tener, con su creatividad, soltura y el respeto preciso a quien arropa.

Después del descanso, obligado para cambiar la escena, tuvimos otro terremoto. Juan Carlos Cardoso es un bailaor arrogante, de fuerza y maestría. Es un bailaor de raíz, a quien su cuerpo acompaña. Su fuerte es el zapateado, pero no olvida el resto del cuerpo sobre todo el movimiento de sus brazos que, aunque redondos, no dejan de ser masculinos. Recuerda en gran medida a Mario Maya. Sus compañeros amortiguan de buen grado su baile preciso. Un punto a su favor, es prescindir de percusión, de una caja que camufle o redoble sus posibles carencias. Las propuestas de este bailaor sevillano fueron soleares, tientos-tangos y bulerías. Su cuadro también expuso alegrías y mirabrás en su primer cambio de vestuario. Llama la atención Tino Van Der Sman, un tocaor holandés, que da una prueba fidedigna de la universalización del flamenco. Así como el gusto de las intervenciones del cantaor onubense Jeromo Segura con su voz sensible y melodiosa.

* En la foto José Valencia

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