¿Cuánto dura el amor?
El amor, al no ser una ciencia exacta, no se puede medir. Por lo menos su duración en el tiempo, porque en intensidad es posible que vaya desde fuerte hasta a irresistible. El amor puede ser eterno en diez minutos, sostenía entre otros Antonio Gala (lo que incide también en su intensidad).
El amor puede llegar hasta a doler. Alguna otra vez he referido el caso del hermano Kamarazov que se quitó la vida porque no podía soportar tanto amor. Duele el amor, pero más duele su carencia.
El amor es uno de nuestros más fuertes sentimientos. Cuando surge, nuestra intención es que crezca, que dure siempre, siempre. Su duración eterna es la conditio sine qua non que todo amor requiere en su comienzo.
Pero la realidad es muy distinta. El amor, por suerte o por desgracia tiene fecha de caducidad. En el mejor de los casos, cuando acaba, se convierte en costumbre, en realidad acomodaticia, en la que es menos grave lo malo conocido... que la incertidumbre por venir.
En mi niñez y juventud existía una medalla del amor (muchos la recordarán) que era toda una declaración de tal intención. Ésta decía: "Hoy te quiero más que ayer, pero menos que mañana". Desde un primer momento recrudecí esta sentencia, proponiendo una nueva máxima: "Hoy te quiero más que ayer y mañana ya veremos".
El matrimonio es la conformidad de ese amor, es el compromiso de futuro, es un voluntario encierro en pronombres posesivos...
Nietzsche preguntaba en uno de sus escritos: "Pero, ¿tú estás loco?" y seguidamente se respondía: "No, casado solamente". Para Henry James la pareja era una crueldad. Gila contaba que el matrimonio era como el metro, "quien está fuera quiere entrar y quien está dentro quiere salir".
Ahora, y a esto voy, propone una diputada alemana que el matrimonio dure siete años. Al cabo de los cuales, si ambos cónyuges están de acuerdo, se renovaría o se extinguiría. Consciente de la volubilidad del amor, piensa que poniéndole un límite institucional se ahorrarían, entre otras cosas, los engorros del divorcio.
Lo que no ha pensado la señora ésta es la multiplicación de las propósiciones de matrimonio por tan endeble futuro. Y, lo más importante, los hijos tenidos en esos años, que, si la pareja es constante y fructífera, pueden llegar a ser siete u ocho (sin contar los partos múltiples).
10 comentarios
Con patines -
volandovengo -
Las uvas, querida con patines, tienen algo que ver con el amor, aunque sea tan sólo su negación: la "mala uva" o "Las uvas de la ira".
Con patines -
B -
Para matrimonios "eternales", en vez de separación de bienes, haced separación de males.
B -
"Love is a game: insert coin"
volandovengo -
volandovengo -
Te digo lo mismo, Nono. En el amor y la guerra todo vale, dicen (¿será por algo?).
Lo de los siete años es arbitrario, me imagino, aunque podían ser cinco o doce. De todos modos, el siete es un número mágico que tanto puede ser una nimiedad como un infinito (aunque no creo que la diputada alemana pensara en esto).
manoloengeneral -
ah y que no soy tan joven una maduro interesante ya
saludos
n0n0 -
¿se han mejorado tus uvas?
El amor en tiempos de guerra es lo que necesito aclarar, amigo y oráculo volandero.
Y ya de paso preguntar: ¿por qué siete años? ¿experiencia personal quizás? (yo no lo veo, demasiado regularizado el asunto, es como abocarlo al "...y al séptimo descansó" o al "borrón y cuenta nueva").
Con patines -