Pequeña fauna silvestre
Al igual que su padre llevó al coronel Aureliano Buendía a conocer el hielo a las afueras de Macondo, el otro día, en un descanso de la necesaria lluvia, llevé a mi niño a ver los caracoles, cerca de casa.
Emprendimos el camino, que es el mismo que yo recorro todas las mañanas para ir a mi trabajo, y, en un descampado, antes de llegar a la plaza de las palomas, nos detuvimos a contemplar a los parsimoniosos. Eran pequeños. El caparazón de algunos tenía el tamaño de una lenteja. Había muchos encima de la acera, decenas. Sin querer, pisamos alguno y lo lamentamos, aunque iban directos a la carretera con su lenta cadencia, donde los coches no perdonan, dejando un rastro de baba a su paso. Cogimos uno de los más grandes para mirarlo de cerca, después lo devolvimos a su camino.
Unos días antes, por casualidad, descubrimos un inmenso hormiguero lleno de actividad. Observamos las hormigas negras, de diferente tamaño, que salían de vacío de aquel formicario y volvían cargadas con algo que les duplicaba o triplicaba en tamaño y, posiblemente en peso.
Juan preguntó de dónde venían, que para qué querían todo eso. Para comer, supongo. Y empezamos a seguir la caravana que se alejaba bastantes metros de su casa. Era tremenda la actividad. Era inexplicable el tácito orden que seguían. Fuimos lentamente siguiendo este serpeteante rastro en movimiento hasta ver que se perdían precisamente en el campo de los caracoles.
Posiblemente, la vida social de estos pequeños insectos, le ha interesado más que los moluscos gasterópodos, pues repitió su análisis ese mismo día.
Más adelante en el camino, se encuentra un grupo de lagartijas, unas verdes y otras marrones, que salen a tomar el sol con gran nerviosismo. Pero su investigación la reservamos para otro momento.
Ayer descubrí una mariquita de siete puntos en el patio...
5 comentarios
volandovengo -
n0n0 -
Me encanta que inicies a Juan en estas lides, a ver cuando lo llevamos a Dilar a ver águilas.
volandovengo -
Con patines -
Besillos
Lens -