El escarabajo
Mi hijo Juan distingue entre catalejo y catacerca, para mirar desde el horizonte hasta lo más inmediato, respectivamente. Lo comprobamos en los prismáticos, que, mirando por los cristales pequeños, todo se nos acerca, pero que usándolos al contrario, por los lentes grandes, alejamos lo más próximo. Es como cuando en la selva de Gila, los cocodrilos se comieron a alguien por usar los biniculares al revés y creer que eran lagartijas.
Un amigo, hace tiempo, cogió un escarabajo del suelo y lo puso con las patas por alto, como Gregorio Samsa en "La metamorfosis", y dijo (mi amigo, no Gregorio Samsa), mira un escararriba.
Hoy, por primera vez en mi camino, he visto un escarabajo triste. Los escarabajos son tristes y solitarios. Son como esas personas que siempre están afligidas o que siempre tienen calor. El rinoceronte es a los mamíferos lo que el escarabajo es a los insectos.
El escarabajo caminaba sin rumbo entre la zona de los caracoles (ya invisibles) y las afanadas hormigas, que limpiaban el piso de restos orgánicos (o no tan orgánicos).
Me caen bien los escarabajos, siempre a lo suyo, con la pesada urgencia de quien dice ¡uff!
Siempre recuerdo a sus congéneres egipcios y su buen rollo o a los peloteros, felices entre heces, o a la antigua tradición afrodisíaca de ingerir escarabajos, previamente secados y machacados, conocidos curiosamente como "mosca española" o "Cantharida" (Fernando el Católico los tomaba para superar la impotencia).
6 comentarios
volandovengo -
Por su parte, Juan opina que yo soy su mejor padre.
El Pinar -
Hablas mucho de Juan, se nota que le quieres mucho Volandovengo, debes ser un buen padre.
Me encantan los escarabajos!!
volandovengo -
Ferrer Lerín -
volandovengo -
Lens -