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volandovengo

El profundo Albaycín

El profundo Albaycín

Los veranos del Corral

X Muestra Andaluza de Flamenco

Jaime Heredia tiene días y días. Cuando lo vimos en el Corral del Carbón el pasado miércoles definitivamente no era de sus mejores días. Hay cantaores, sin embargo, que su sola presencia es suficiente, de los que no se espera el notable, ni siquiera la sorpresa. En “El Parrón” se acumulan años de sabiduría. Su presencia en el escenario recuerda lo grande que ha sido por soleares o por levante. Hoy sólo una sombra, pero bien larga. A su lado, un Emilio Maya muy calmado, que lo entiende, que rellena el vacío con su guitarra, que arranca la queja. El cantaor albaycinero se templa por levante, para pasar a la soleá que le ha dado fama. Al tocaor se le rompe una cuerda, la prima, dándole más gravedad si cabe a este cante. Jaime se queja por seguiriyas. Su mejor momento. Y termina por bulerías.

La revolución. Como una yegua desbocada, como un bello animal salvaje, entra Vero “La India”. Lleva un cuadro excesivo detrás. Demasiada orquestación para la que le basta un simple palmeo para convocar a los duendes. Vero tiene un metrónomo en su interior que le recorre la espina dorsal y sale a borbotones por el martillo de sus pies, por su cuerpo indomable, por su corazón. Va marcando este compás con los gestos, con su boca, con su cara gitana que, más que convencer, desarma al espectador, lo arrincona y lo hace preso de su baile de tierra y fuego. Es la más gitana, arrebatadora. Parece que vino al mundo ya con su fuerza y sus volantes. De hecho es la nieta de Loles la del Cerro, la última gitana de su rancia generación. De hecho aprendió a bailar antes que andar en el duro piso de una cueva.

En su primera entrega, que comienza por levante para pasar a tangos en su ecuador, ya demuestra su sangre y su temple. Pronto su pelo se libera, lanzando como verdaderos proyectiles horquillas y peinetas. Ronea en los tangos y a todos nos atrapa en una tela de araña que tiene más de visto que de aprendido. Es toda intuición. Para cambiarse de vestido, que no para descansar (Vero parece incombustible), los músicos se van por fiesta. Excelentes las guitarras de Juan Habichuela nieto y Emilio Maya, que se compenetran perfectamente, que pugnan por la rapidez y la limpieza. El violín de Maya, agradable pero prescindible. La percusión de El Cheyenne, como siempre, respetuosa. La voz de Juan Ángel Tirado tan necesaria como superflua la de José de la Loles (fuera de lugar en el cuplé por bulerías que remeda a Falete remedando a Mayte Martín). A veces, las familias deberían dejar respirar a sus flamencos, que volaran sin lastre.

Vero remata su entrega con una soleá por bulerías. No hay disparidad de opinión, lo que esta bailaora encierra dentro y nos puede seguir dando se puede tasar en quilates. Como remate, algunos compañeros bailaores, “mi gente”, saltaron a las tablas para coronar estas bulerías que han marcado Los veranos del Corral de este año.

* Foto in situ: Vero "La India" (© Gabi Pape).

2 comentarios

volandovengo -

Me alegra enormemente que me hayas descubierto, Gloria. Espero tenerte como lectora asidua. Muchas gracias por tus halagos. Con paciencia y con buenos principios voy avanzando ¿en el flamenco, en las letras, en la culturilla general).

Gloria -

(Me lo pasé pipa con la Vero)
¡No sabes cómo he disfrutado visitando tu blog! Siento carecer de conocimiento suficiente para hacer comentarios sobre el flamenco, pero, eso sí, me permito quitarme el sombrero ante tu dominio del lenguaje y tu buen gusto escribiendo.
Nos veremos en el Corral del Carbón el martes (espero). Tengo muchísimas ganas de descubrir el gran acervo cultural que llevas a tus espaldas.
Recuerdos a tu padre y al oso Yogui.