Blogia
volandovengo

Ogíjares, donde le corresponde

Ogíjares, donde le corresponde

 XXIX Festival Flamenco de Los Ogíjares

Definitivamente, el Festival Flamenco de Los Ogíjares recupera el lugar que le corresponde y, con un cartel antológico, vuelve a ser posiblemente la cita más importante en la provincia y, sin mucho equivocarnos, en un referente indiscutible en el resto de Andalucía. Zapatero a tus zapatos. No hay como dejar a la gente que entiende, en este caso la Peña Yerbabuena, que organice este tipo de encuentros. Respaldados incondicionalmente, como debe ser, por el Ayuntamiento de la localidad y por ende por la Diputación de Granada. El lugar, el Ferial de San Sebastián, es un recinto bien ordenado, con capacidad suficiente, con el ambigú bastante alejado las localidades, para que su inevitable murmullo no interfiera en el cante, con un escenario amplio (¿demasiado?) y decorado para la ocasión, que todos los años se llena con aficionados de todos los puntos.

Es el primer año, después de muchos, que la totalidad casi de las dos mil personas que nos reunimos allí aguantamos hasta el final (las cuatro y media de la madrugada), a pesar del frío sorpresivo que acosaba. Tal es la categoría del cartel. No sólo los cantaores ocupan las primeras filas del panorama flamenco actual, sino también los tocaores y la bailaora.

Juan Pinilla rompe la noche, arropado por el guitarrista local Jorge Gómez, con una serie de abandolaos, tradicional en su entrega. Continúa con la caña, la granaína y media, en la que se acuerda de Federico, unos fandangos festivaleros y acaba por levante, con un fandango minero y una levantica. El nivel comienza en donde acaba en otros festivales. La noche promete y nadie defrauda. Al cantaor de Huétor Tájar, lo sustituye Juan Antonio Camino, ganador este año del Concurso de Cante de Los Ogíjares. Posee este cantaor una voz potente y llena de facultades. Su primer decir llega en forma de malagueñas, que remata con fandangos de Granada. Después pasa a la soleá, a las alegrías, donde se echa en falta un poquito de compás, borda la granaína y media y termina con fandangos a boca de escenario, sin micro.

Calixto Sánchez, con su inseparable Manolo Franco, el guitarrista más aplaudido, principia su recital académico, poético, entrañable, con un par de malagueñas. “El romance de la pena negra”, de García Lorca, lo canta por soleares y la “Diligencia de Carmona”, del poeta sevillano Fernando Villalón, también del 27, por tientos-tangos. Su clara dicción y su fraseo suave embellecen estos textos. Las alegrías se convierten en el cante señero de la velada. Calixto acaba por las graciosas bulerías “La Manolita” incluidas en su último cedé “Andando el camino”.

Sin intermedios avanza un festival con la colorida bisagra del baile de La Moneta, que propone, en primer lugar, una soleá por bulerías y termina con unas magistrales seguiriyas. Aunque las tablas sonaran a bombo, aunque el espacio desangela, La Moneta rellena el escenario, impone sus pisadas sin complejos; destaca su figura y su fraseo sin igual; reúne fuerza y finura en cada paso, orden y frescura, delicadeza y valentía. Su cuadro le va a la zaga. De excepción son los cantaores Miguel Lavi y el Galli y los tocaores Miguel Iglesias y David Carmona.

Sin igual, perfecta, sin fisuras (acaso algún acople del sonido, pitidos imperdonables), Carmen Linares hace su aparición por alegrías, con la sonanta de Paco Cortés. Carmen suena limpia, tremendamente familiar. Sus letras son tarareadas por lo bajini por todos los asistentes. Los tangos son una delicia y su taranta y cartagenera estremecedoras. Termina por bulerías, pero, ante la insistencia del público, añade unos tangos de Granada como propina.

Vicente Soto “Sordera” trae el sabor jerezano de su familia. Se templa por soleá. Propone unos tangos con aires de Cádiz, para acabar siendo grande con las seguiriyas de Tío José de Paula y, sobre todo, con las generosas bulerías de su tierra con que se despidió. Culmina la prolongada fiesta el cordobés Julián Estrada acompañado de su exacto paisano Silverio a la guitarra. Su potencia y sus formas tan especiales son del agrado del público en las malagueñas, las alegrías, los fandangos, los tangos y especialmente en “La Salvaora” caracolera.

 * Juan Pinilla, en la foto.

0 comentarios