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volandovengo

La cercanía de África

La cercanía de África

La zambra de Jartum

¿Dónde empieza África y dónde termina? ¿Hasta dónde se extiende su norte? ¿Andalucía forma parte del Magreb? Geográfica y políticamente es una evidencia que no. Pero, ¿espiritual y culturalmente? ¿Y musicalmente? Durante bastante tiempo se experimenta el casamiento de los sonidos flamencos con los sonidos árabes. Desde Lole Montoya al Lebrijano pasando por Ketama, Radio Tarifa o la Orquesta Chekara de Tetuán se ha enriquecido nuestra música con aires africanos. Se han abierto las ventanas a otros vientos y se ha comprendido el paralelismo de ambas músicas. De hecho, algunos temas andalusíes, como seguiriyas, rumbas o farrucas, responden al mismo nombre. De hecho, muy a menudo, la queja se oye igual en una u otra orilla. De hecho, Manuel Torre decía “Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende”.

No digo yo que en el flamenco todo valga. La mayoría, gracias al cielo, no trasciende. El tiempo va filtrando lo exclusivo. Pero, también, va dejando un poso, va impregnando las sensibilidades con esa pátina de regusto esperanzador. Es la primera vez, sin embargo, que el flamenco se asoma tan hondo. Es la primera vez, que yo conozca, que se intenta fusionar el flamenco con la música sudanesa. Juan Pinilla, cantaor todoterreno y Josele de la Rosa, tocaor versátil, se han unido a la agrupación Kambala para ofrecernos una mezcolanza de resultado dispar.

Reía Manolo Sanlúcar exclamando que el flamenco es mestizo por naturaleza. No hay que tenerle miedo a lo desconocido. Algunos momentos del concierto sería para grabarlos como ejemplo de la perfecta comunión. El sonido, en cambio, no estuvo a la altura. Como casi siempre La Chumbera deja mucho que desear en ese aspecto. No hubo estridencias excesivas en un principio, pero sí descompensaciones. Hasta la mitad del concierto no se reajustará. A capela comienzan. La voz melódica de Rasha se solapa con algunas tonás de Juan, que acaban impregnándolos con aires malagueños. Un tema musical llamado “Las mil y una noches”, de influencia egipcia, nos hace ver la calidad de los músicos, el acordeón de Wafir, la guitarra de Josele, la percusión de Otman. Omaima, la danzarina, aparece por primera vez, restando potencialidad al conjunto.

El origen árabe del término flamenco, “Fellah Menga” da nombre a unas bulerías de Cádiz, con dimensiones tribales. Wafir, con el laúd eléctrico, nos convence de su buen casamiento. “Guitar Shog” es un tema afroárabe de tradición medieval, que nos lleva al siguiente tema que se entremezcla con unas peteneras. Pinilla, tomando las riendas, demuestra su valer por levante. Los mejores momentos de la noche empiezan cuando el espíritu morentiano planea en la escena. Pasamos a continuación a Marruecos con un par de temas. Las cracabas, los tambores y el baile de Otman nos trasportan al ceremonial del país vecino. El mejor tema, sin duda, llega otra vez con los tangos de Morente que se imponen en un tema popular argelino. Como fin de fiestas “Habibi”, con tangos del Camino, dedicados a Curro Albayzín, cierran la noche.

2 comentarios

volandovengo -

Para bien o para mal, ya estoy de vuelta. Espero recuperar el ritmo muy pronto.

gina -

volandovengo,

espero que tu ausencia es nada mas grave que corpus.