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Cuando el flamenco está de vuelta

Cuando el flamenco está de vuelta

Los veranos del Corral. XI Muestra Andaluza de Flamenco

El humor es un arma de doble filo. La comicidad llega con el dominio o con la carencia. Los fuegos de artificio pueden ser una simple traca callejera o una espectacular lluvia de sonido, luces y color comparable a un jardín renacentista. La bailaora gaditana Rosario Toledo concibió “Del primer paso” basándose en su propia historia. De un encorsetado tutú y unas zapatillas de ballet, descubrió encantada los tacones y los volantes. De la estable y delicada danza clásica saltó sin pensarlo dos veces al insondable mundo del baile flamenco. Su formación y sensibilidad le daban alas para ello. En primer lugar, como buena prestidigitadora, tenía que sacarse de la manga otro par de ases. Estos fueron, su paisano David Palomar, con su fraseo dulce y alegre, y el excelente guitarrista de Morón Dani Méndez.

La obra, concebida como espectáculo de calle para el Festival Flamenco de Mont de Marsan y transformada en propuesta teatral, está dividida en dos cuadros bien definidos. El primero choca por su tratamiento. Un finísimo recorrido por las apuestas de una bailarina, desde “La barra” del estudio y las castañuelas hasta el más añejo “Vito”, le hacen preguntarse el porqué del clásico español, mientras unos cantes primitivos le van llegando desde el buen gusto de Palomar.

Es una parodia. Toda la obra es una parodia. Aunque, mientras la primera parte es el trayecto de ida, la segunda parte supone el camino el camino de vuelta. El flamenco es un paseo alegre para divertir y divertirse dentro del control y la eficacia.

Las zapatillas de cintas vuelan por fuera del escenario.

Con una granaína casi a capela da comienzo el segundo cuadro. A lo que le sigue una precisa Rosario Toledo, con traje de pantalón, marcando con envidiable taconeo unas “Seguiriyas de sentimiento”. En la soleá se muestra sin discusión el dominio de las seis cuerdas de Dani Méndez. Rosario, vestida de negro, desarma con su buen gusto y ronea por derecho en las bulerías. La malagueña es de Fosforito el Viejo, así lo anuncia y lo borda David Palomar. Y, para terminar, el de Morón entona unos “ritmos tropicales, que no son otra cosa que alegrías de Cádiz con las que hacer patria. Con bata blanca y sobrada de compás, Rosario nos dice que el baile es un bello divertimento, una fiesta. Demuestra que el flamenco de sombra y de queja ya está trasnochado. Ella baila (su sonrisa la delata) como quien está de vuelta.

* © Manuel Aranda para el Diario de Jerez.

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