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Mario Maya en el recuerdo

Mario Maya en el recuerdo

Se cumple un año de la desaparición del maestro sacromontano

Hoy domingo, 27 de septiembre, hace un año justo que las complicaciones hospitalarias se llevaron al artista multidisciplinar Mario Maya. Aunque nació en Córdoba y murió en Sevilla, donde estableció su residencia, todos sabemos que fue granadino, amamantado en el Sacromonte, su fuente constante de inspiración. Mario fue un artista orgulloso (perdonen la redundancia) y, por tanto, un artista callado e introspectivo. Una de sus enseñanzas hacía preferible el prestigio a la fama. Él decía que “la fama es el prestigio en calderilla”. Como García Lorca, la inspiración siempre le llegaba trabajando. Mario era bailaor y bailarín, músico y compositor, profesor y coreógrafo. Pero, sobre todo, era un ser creativo, un espíritu inquieto e inconformista, que basaba su vida en la experiencia y en la búsqueda. El tiempo se le quedó pequeño. El hoy no existe, sólo el pasado, como punto de referencia, y el porvenir, que nunca llega, que se solapa con un nuevo futuro.

Hablo de Mario y creo que todo está dicho, que me repito, que nos repetimos. Ha pasado, sin embargo, un año sin su presencia y el hueco que nos ha dejado en Granada sigue siendo hueco. Algunas iniciativas particulares han surgido y el reconocimiento profesional lo tiene de forma permanente. Haciendo memoria (algo flaca en mi caso, lo reconozco), aplaudo a Juan Andrés Maya cuando dedicó el pasado Festival de Otoño y parte de su montaje a la figura de Mario; aplaudo a sus alumnos y amigos Anabel Moreno, Iván Vargas y Raimundo Benítez, cuando en la Platería hicieron un homenaje al maestro con su última creación contemporánea; aplaudo al Festival Internacional de Música y Danza cuando trajo el montaje de Belén Maya dedicado a su padre, donde se hacía un resumen de todas sus obras; aplaudo a Silvia Lozano, a Patricia Guerrero y a tantos bailaores que le han dedicado sus actuaciones y lo mantienen vivo en su recuerdo.

Pero su hueco, repito, no tiene flores institucionales. Granada dio la espalda a la Fundación Mario Maya. Su sede estará en Sevilla y en Córdoba. Aunque su universalidad está por encima de las ciudades y las fronteras, los puntos de referencia siempre son imprescindibles. No podemos quedarnos al margen de su memoria. No podemos permitirnos cerrarle las puertas a otro de nuestros hijos.

En este triste primer aniversario tendríamos que reflexionar y arrimar nuestro hombro a los esfuerzos e iniciativas de la Fundación. Es hora de sentarse y tender nuestras manos para que el flamenco no tenga espinas, para que Granada levante la cabeza.

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