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Sangre y razón en la Casa de los Tiros

Sangre y razón en la Casa de los Tiros

La Guitarra en Otoño 

La Casa de los Tiros se ha convertido en un escaparate donde contemplar la buena salud de las guitarras granadinas. Es un ciclo corto, de tan sólo cinco sesiones, pero equilibrado y exacto. Como es lógico no están todos los que son, pero esta muestra ayuda a acercar el público a la guitarra y, casi más interesante, la guitarra al público.

El jueves pasado cruzamos el meridiano de los conciertos, con un recital tan creativo como sorprendente. La juventud vino marcada por Rubén Campos, la veteranía por Rafael Santiago ‘Habichuela’. En un principio, intérpretes bastante distintos. En la realidad, bastante compenetrados. No en vano, Rafael le dio clases a Rubén. Éste dijo que en su maestro advierte “la poca savia que queda en el flamenco puro”.

Rubén, más académico y sofisticado, comenzó con una granaína, la misma que grabó recientemente en un disco homenaje a Diego del Gastor, avalado por las peñas de Andalucía. Continuó con un zapateado y con una rondeña, que se hizo zambra a los postres. Una afinación personal, en la que destensó la tercera y el bordón, propuso para unas seguiriyas que estrenaba ese mismo día. Acordándose de su tierra, terminó su actuación por tangos.

Rafael, especialmente inspirado y sensible, abrió la segunda parte con una farruca bastante particular, dedicada a su madre, desaparecida hacía unos días. Para la soleá, bien construida, no tuvo sombra alguna. Redonda y gitana. Su toque es pausado y rotundo. Sus silencios grandiosos y elegantes. El taranto, al compás de un bolero, rezuma belleza y melodía. Y, para terminar, se fue por Huelva, que, según sus palabras era un “rebujao” entre jaleos y fandangos. Con todo esto, se le empieza a advertir a este guitarrista un toque propio y distinto.

José Antonio Carmona, en la percusión, se entendió mejor con su tío Rafael que con Rubén. De todas maneras, para mí, sobran los tambores, los platos y las cajas en conciertos tan íntimos como estos. Quizá un poquito de compás con las palmas…

Como fin de fiestas, los dos guitarristas terminaron de endulzar la noche con un vals, creado por el maestro, a la manera de Niño Miguel.

* Rafael ’Habichuela’ en la foto.

1 comentario

Lara -

¡La familia Habichuela es como un imperio faraónico! Bueno, más que faraónico, nazarí.