Lo que te hace cantar es la vida
Curso de Flamenco en honor a Morente
Con presencia del cantaor homenajeado, ayer comenzó un curso de flamenco en el teatro Isidoro Máiquez de CajaGRANADA organizado por el mismo centro cultural “Memoria de Andalucía” y la Universidad de Granada, dentro del programa “Flamenco y Universidad”. Como no podía ser menos, la primera jornada del ciclo estaba destinada a Enrique Morente. Bajo el epígrafe “Flamenco de ayer y hoy: siempre flamenco”, el catedrático y director de dicho programa, Rafael Infante Macías, glosó la figura y trayectoria del granadino en forma de entrevista con insertos de grabaciones sonoras y de vídeo.
Para introducir su conferencia y meternos en ambiente, pudimos oír “Plaza de los Herradores” unos cantes de Frasquito Yerbagüena, pertenecientes a su primer trabajo discográfico, “Cante flamenco”. La primera pregunta se remontó hacia la infancia del cantaor. Nacido en el Albaicín, en 1942, sus primeros contactos con el flamenco fueron en las “tiendecillas y tabernillas” donde alguien echaba un cantecito, y la música radiada que salía por las ventanas. Enrique, pronto fue a Madrid. Al no tener padrinos ni ser de familia flamenca tuvo grandes dificultades profesionales. Pero dio con un grupo de aficionados “capitaneados” por Pepe el de la Matrona, que significó una influencia decisiva, no sólo en el cante, sino también en la poesía. Este grupo se reunía y actuaba en el tablao Zambra. Allí coincidió con Pericón de Cádiz, Rafael Romero, Juanito Varea, Perico el del Lunar, las hermanas de Utrera… De casi todos ellos destaca su grandeza artística, pero también su dimensión intelectual. De aquella época, vemos un vídeo donde le canta por peteneras a la bailaora Rosa Durán.
Reconoce, seguidamente, Enrique al venerable Chacón, clasificándolo como un clásico, comparable a Bach en la música clásica. Además era un creador de cante jondo. Tras escuchar su malagueña grande, damos un salto y nos situamos en el colegio mayor San Juan Evangelista y su influencia en el flamenco y la cultura de la época. Actuó por primera vez en el curso 68-69, junto a Gloria Fuertes, y en 1973 hizo que lo detuvieran y multaran al colegio por su cante comprometido. Dispuesto a remover las conciencias, grabó un disco homenaje a Miguel Hernández, cuando éste estaba perseguido. Así, inconscientemente, asegura, se convirtió en un verdadero ídolo para la juventud.
Un vídeo por tientos, grabado en 1972, con Manolo Sanlúcar, da pie a mostrar algunas citas. El mismo guitarrista gaditano elogia la naturalidad de Morente (“habla como canta y canta como habla”); Mairena destaca su honestidad; Juan de la Plata, su creatividad; y Agustín Gómez añade que es un lenguaje nuevo. Enrique dice al respecto que lo más importante es la intención y la profundidad, que el flamenco tiene un solo camino. No sólo innova en la música, sino que también innova en las letras: canta a los poetas, Hernández, Machado, Fray Luis de León, Al-Mutamid, Bergamín…, lo que lleva Rafael infante a dividir su creación discográfica en tres grandes periodos. El primero, que comprende sus seis primeros discos, sería la etapa ortodoxa. El segundo, desde “Despegando” hasta “Misa flamenca”, pertenecería también a la etapa ortodoxa, aunque bastante arriesgada. Por último, de su etapa innovadora destacarían “Negra, si tu supieras”, “Alegro, soleá y fantasía”, con la Orquesta Sinfónica de Europa, y, sobre todo, “Omega”, con Lagartija Nick. Oímos de este último trabajo las bulerías “El pastor bobo”.
Termina la charla aludiendo a “El pequeño reloj”, una obra basada en el tiempo, con mayúsculas, que rompe el concepto de disco flamenco y se aproxima al de libro de poesía. Así, nos encontramos con “un cantaor de ayer, de hoy y de mañana. Es decir, un cantaor de siempre”.
Para cerrar el acto, Segundo Falcón, cantaor morentiano, y el tocaor Miguel Ochando, ofrecieron un pequeño recital en honor del maestro.
NOTA: Al ser un artículo informativo, de un día para otro en el diario Granada Hoy, no admite ningún tipo de valoración. He intentado rescatar el espíritu de la noche, que, en general, era pasar un rato con Enrique Morente, oír anhelos desde sus mismos labios y reconocer en gran medida la labor que hace por el arte en general y por el flamenco en particular.
Hay impresiones, en cambio, que no quiero dejar pasar en esta página. En primer lugar no entiendo la poca difusión que se le dio a un evento de primera magnitud, que, aunque correspondiente a un curso (con su alumnado y profesores), la entrada era abierta y gratuita, hasta completar aforo. El teatro, siendo benévolos, rellenó su tercera parte.
En segundo lugar, que no en segundo orden, el enfoque de la entrevista me pareció trasnochado y falto de interés. Un recorrido por la vida del artista es tópico y redundante. Aunque aciertos y revelaciones, los menos, sí que los hubo y, supongo, se desprenden del texto precedente.
Tercero. Tanto el entrevistado como el entrevistador me parecieron obtusos, faltos de dinámica y comunicación. Más por deficiencias de este último, que es en realidad quien debe llevar las riendas, que por incapacidad del primero, que todos sabemos como es Morente de corto, aunque también de profundo cuando se le lleva por los caminos apropiados.
Parecían dos caracoles esperando a que escampara.
Y cuarto (por poner un límite), Segundo Falcón me pareció igual de espeso en todas sus entregas, con algún pellizco que otro. El mejor de la noche fue el guitarrista Miguel Ochando, que, no sólo estuvo en su sitio, sino que amortiguó en más de una ocasión los tropiezos y cabezadas del cantaor.
* Un momento con ojos en la entrevista (© Miguel Rodríguez, Granada Hoy).
3 comentarios
Lara Cano -
... qué coño, la envidia es envidia en toda su sinceridad :)
volandovengo -
Hoy, como dices, iré a ver a Jaime. Pero antes veré bailar a Adrián Sánchez, que me apetece mucho.
Lara Cano -
Qué lástima, porque por lo que cuentas pintaba bien, aunque resultara monótono y se tuviera poca mano izquierda.
Ala, esta noche canta Jaime... ¡que lo disfrutes si vas! ¡Quién pudiera!