Échale Carbón
XII Muestra Andaluza de Flamenco
Los Veranos del Corral
¡Échale Carbón! ¡Que sea de canutillo que es el que mejor arde!
Amador Rojas presenta en el Corral del Carbón su espectáculo Mandala después de más de un año de su estreno. El bailaor sevillano, que ya nos sorprendió con su montaje Khalo Caló, un homenaje a Frida Khalo, vuelve a apretar de nuevo las tuercas de la creación y la búsqueda.
Tan íntimo como siempre, encuentra tanta inspiración en el misticismo hindú que le lleva a diseñar hasta su vestimenta de seda y túnica, de negro y oro.
Una orientalista entrada en off nos muestra el mejor Rojas, sin depender de nadie, tan sólo de sus ganas y su propio cuerpo. Encapuchado, con las manos castigadas y un preciosista juego de piernas provoca una impresión de impotencia que se va liberando lentamente para crepitar como llama viva. Desde este primer momento pone las cartas sobre la mesa y da una precisa lección de esbeltez, dominio corporal y estilo rítmico. Redondea su figura convulsa, comenzando a edificar su baile mudable y personal que abarca el ambiente y rellena el escenario con movimientos sinuosos y continuas idas y venidas que provocan el duende.
Por otra parte, se enfrenta al silencio como pocos, haciendo de éste un complemento imprescindible el su corpus personal. Incluso sigue bailando cuando los últimos acordes han cesado y un violín retoma el ambiente, con el que interactúa multiplicando su importancia. La elegancia de sus pasos le acompaña hasta la escalera por donde hace mutis.
La guitarra despierta, ofreciendo cuartel a Amador para danzar su farruca, una pieza rematada por tangos que, aunque ajustada al nuevo modelo, ya vimos en el Isabel la Católica, cuando acompañaba a Canales. Es la mejor entrega de las guitarras que, en general están poco despiertas. Un artista de la categoría de Amador Rojas merece un cuadro de altura.
Otro receso por bulerías y una generosa entrada con percusión prepara al artista para abordar unas alegrías con su embrujo animal. Vuelve a retomar el silencio y a hacerse amo del compás.
Un cuplé por bulerías nos presenta a la cantaora María Carmona, a pie de escenario, entregada y pura, aunque los guitarristas le hacen el boicot. Les tuvo que pedir sonsonete al menos tres veces, hasta decir que mejor se callaran completamente.
La última propuesta de Amador fue una soleá y bulería que no deja duda sobre su buen hacer y la estela que con tanta propiedad va desatando.
* Foto: deflamenco.com
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