El choque de dos herencias
Maravillosa Alba Molina. Ya la vi en directo en el FEX de Granada hace un par de años. Su música era un flamenquito ligero, con mucha rumba, mucha salsa y mucho funky.
Hace una semana fue a Jaén a verla de nuevo, en la Universidad Popular, dentro de la segunda edición del ciclo "Con nombre propio... ELLAS". Alba Molina abría esta serie, el miércoles 19, bajo el epígrafe de Puro Flamenco, lo que me emocionó en un principio, aunque no me lo creí demasiado. Que el fruto mimado de una de las parejas más creativas del panorama flamenco español se dedicara a cantar por derecho era todo una primicia, todo una sorpresa de buen augurio para este año recién estrenado.
Pero no. Alba Molina seguía mezclando las músicas del mundo, incluido el rap, con una voz y un fondo aflamencados. En primer lugar mi desilusión era evidente. Después simplemente no lo consideré flamenco y gocé. Disfrute de la artista, de su puesta en escena, del sonido decente, del guitarrista.
Presentó su último trabajo y algunos otros éxitos de su breve carrera, como la notable versión del Te quiero mucho. Sólo al final, a petición del público, se atrevió por bulerías. Su raíz se impuso. Descubrimos a la gitana que lleva dentro. Se acrisolaron por unos momentos el choque de dos herencias, la intensidad de los Molina, la sal de los Montoya. Sin embargo, el guitarrista, que me había parecido sobresaliente durante toda la actuación, en el fin de fiesta se quedó francamente corto.
De cualquier manera, me alegré de haber asistido. Aunque pienso que, con Alba Molina, el flamenquito no gana mucho, pero en el flamenco perdemos un buen referente, aunque no tenga el carisma de su padre, aunque carezca de la dulzura afinada de Lole Montoya.
* Fotografía in situ de Nono Guirado©.
3 comentarios
Alberto Granados -
Un abrazo, Jorge.
volandovengo -
ANTONIO -