Blogia
volandovengo

El día que fui Alfonso Salazar

El día que fui Alfonso Salazar

Corría el año 1999 y yo acababa de ganar el premio García Lorca de la Universidad de Granada en la modalidad de cuentos con La Batalla de Hanstings.

José María Pérez Zúñiga, incorporado recién a las páginas de Ideal, llevaba una columna de Jóvenes creadores, donde entrevistaba a todo granadino y adoptado que hiciera cosas (más tarde, el diario Granada Hoy, hizo algo parecido bajo el nombre genérico de Perfil).

José María mandaba sus textos y en la redacción los componían. Los maquetadotes se limitaban a machacar la entrevista de la semana anterior con la nueva batería de preguntas y respuestas con cierta desgana. Pues, la semana anterior a la mía, el protagonista fue Alfonso Salazar, poeta y escritor local, y su nombre quedó bajo mi foto (una que mandé de cuando visité el museo de Mérida, que se la apropió el periódico).

Así, que por ese día fui Alfonso Salazar. No me importó, no obstante. Incluso, estábamos tan unidos, que uno podía pasar por el otro tranquilamente.

(Sin ir más lejos, ayer me llamaron al móvil preguntando por Alfonso. Era un viejo amigo común, que nos tenía a los dos seguidos en su antiguo listín, y se saltó una línea al marcar.)

Sea como sea, la entrevista, con mi foto y el nombre de Salazar, quedó como anécdota tan simpática como intrascendente. Es mi deseo, en cambio, reproducirla a continuación:

“La única participación divina que tenemos es la posibilidad de crear”

 Al tratar de Jorge Fernández Bustos, la palabra ‘creador’ se me anto­ja corta y el apelativo ‘joven’ se cubre de connotaciones, incluso heroicas. Las inquietudes de este granadino (1962) han tomado la forma de poe­sía (Tus mismos ojos), narrativa (Cuentos de Navidad), ensayo (El arriesgado juego de las canicas), la ilustración, guiones de publicidad, artículos en diversos medios de comunicación y el diseño gráfico. Pertenece a los grupos literarios Grama y Taller de Escritores. También es co-fundador del sello independiente Edi­ciones del Vértigo y el último ganador de los Premios García Lorca en la modalidad de cuentos con La Batalla de Hanstings.

—Tú es que no paras. ¿Tratándose de expresar vale cualquier medio?

La vended, me gustaría parar menos. No todo está a mi alcance. Los ordena­dores están ofreciendo muchas posibilidades que van sustituyendo a la mano alzada. El pincel, por ejemplo, ya casi no lo toco. Por no hablar de los programas de reconocimiento de voz. El disco duro es como una ampliación de la propia memoria, lo cual es una gran ventaja. Con el tiempo vas ganando en técnica, pero vas perdiendo flexibilidad creadora. Vas viviendo de las rentas.

¿Por qué los escritores granadinos tienen que irse fuera para que los lea alguien más que sus amigos?

Aquí, más que en ningún sitio, se impone el dicho de que “nadie es profeta en su tierra”. Aquí es profeta el que primeramente ha tenido repercusión fuera. Un buen ejemplo es la directora de cine Chus Gutiérrez; hasta que no ha tenido un nombre fuera, no se le ha reconocido en su tierra. Pero es que somos demasiados. Esta ciudad exporta escritores como Cuba puede exportar músicos. Es lógico que no todos sobresalgan. De todos modos pienso que, ‘achuchándonos’, cabe todo el mundo. Lo cierto es que hay pocas oportunidades. Esa fue una de las razones por las que fundamos Ediciones del Vértigo, centrándonos en la obra breve. Nada más que en poesía, hasta la fecha, tenemos 37 títulos en la calle. De todas maneras, lo de joven creador, debería ir entre comillas, porque joven es una señora de 87 años que empieza a publicar ahora con nosotros.

¿Y qué le dirías a los que empiezan?

Pero si yo también estoy empezando. Siempre se está empezando. Lo que cuenta al final es el trabajo, no parar de hacer cosas; es lo que queda ahí; la única participación divina que tenemos es la posibilidad de crear. Cuando la descubrí, me sentí verdaderamente bien.

¿El próximo paso?

Ya lo soñaré… Pero proyectos nunca faltan. Lo que falta realmente es tiempo y dinero para embarcarse. Mi pecado, como el de muchos otros, es el altruismo. Casi me gusta más colaborar con la gente y ayudar a los demás, que es lo que me hubiera gustado que hicieran conmigo. Normalmente me siento como un corredor de fondo de la “cultura granadina independiente”. Nunca he destacado, pero siempre he estado ahí.

4 comentarios

volandovengo -

Alfonso, no sueñes en voz alta, por si se cumple.

Alfonso Salazar -

Pues me gustaría haber sido Jorge Fernández Bustos

volandovengo -

Si Paul Auster hubiera escrito esto no sería un incidente, sino una señal del destino.

Kpicúa -

Paul Auster habría empezado una novela con este incidente...