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volandovengo

El café

El café

-El hecho es -repuso el doctor- que Joe, amen de mil virtudes, tiene un talento especialísimo para preparar esta bebida deliciosa...(Cinco semanas en globo, que se desarrolla en 1862, Julio Verne)

Debería ser de obligado cumplimiento en el hogar familiar poner al fuego una cafetera después de las comidas, se tome o no café. El aroma que impregna la casa no sólo sirve para paliar otros olores (del almuerzo recién, por ejemplo), sino que crea un ambiente como de acogedor intimismo.

Esta bebida, como sabemos, es excitante y está contraindicada en bastantes situaciones para determinados pacientes no necesariamente enfermos. Por tal motivo se imponen otros sucedáneos como el descafeinado. (Se cuenta que el sultán otomano Selim I (1467-1520), hizo colgar a dos médicos por aconsejarle que dejara de tomar café.)

Ahora lo sabemos, pero desde que Soliman Aga, hace más de 450 años, introdujo el café en su palacio Otomano y de ahí al resto de Europa, su consumo era socialmente adictivo y refinado. No había comida, reunión o negocio que se preciara que no tuviera una taza humeante de por medio.

Yo he sido gran cafetero. Hogaño no me sienta muy bien aunque sigo tomándolo azucarado, con mucha leche por la mañana y solo al mediodía.

Me asombra Voltaire (1694-1778), que bebió unas cincuenta tazas de café al día durante toda su vida de adulto. No por eso tuvo problemas, al contrario, vivió sano hasta los 83 años de edad.

3 comentarios

volandovengo -

Verdad, Carmen, me apunto al olor del café mañanero.
Moli, hay que cuidarse, que no somos Voltaire.

Moli -

pues está mañana he tomado cuator cafés, uno descafeinado y he terminado en el Clínico, con los dedos de los pies engarrotados y una parálisis en los labios. Un médico moro me ha atendido de maravilla y puesto una inyección que en 20 minutos estaba bueno
(tengo que disminuir la dosis)

Carmen -

No sé si después del almuerzo (que yo, por otro lado, nunca perdono) pero no hay nada como levantarse y poner la cafetera. Un despertar sin olor a café es un despertar apátrida.