Alexander Search
Alguien dijo que no se lee hasta que no se relee. En verdad, un placer personal de los amantes de los libros es retomar lo que ya se ha leído. Hay quien se lee un mismo libro, o unos mismos libros, continuamente (una vez al año, quizá).
Manolo sólo se leyó un libro, pero cuando me lo confesó, llevaba once lecturas (puede que ya haya duplicado ese record).
Los libros se clasifican, según un tácito acuerdo personal, grosso modo, en los que debería volver a leer, los susceptibles de volverlos a leer y en los que no merecen la pena volver a ser leídos (la mayoría).
Toda la producción de Pessoa, incluyendo a sus heterónimos, por supuesto, ocupan el primer grupo, tanto en verso como en prosa.
Ayer, eligiendo un libro para pasar una hora de espera mientras mi hijo desfogaba con alguno de sus pares en el tatami de judo, mi vista alcanzó El banquero anarquista y otros cuentos de raciocinio de Fernando Pessoa, unos cuentecitos (casi todos inacabados) de corte policial del autor lisboeta que admiraba este género, cuya lectura es “una de las pocas diversiones intelectuales que aún le queda a lo que aún queda de intelectual en la humanidad”. (Borges también reverenciaba la novela negra. Incluso, junto con Bioy Casares, creó el detective Honorio Bustos Domecq.)
Uno de los relatos del portugués, Una cena muy original, fue escrito en inglés en 1907 bajo el seudónimo de Alexander Search que, en el epílogo de Miguel Ángel Viqueira, se afirma que es “uno de los más antiguos heterónimos del autor”.
Efectivamente, busco el nombre de Alexander Search y encuentro que es uno de sus varios heterónimos, establecido en 1899, cuando Pessoa todavía era un estudiante y vivía en el sur de África (1896-1905) en compañía de su madre y su padrastro, que era diplomático. Con este nombre, el propio poeta escribió cartas y poemas escritos en inglés y portugués en 1903.
Alexander Search, continúa Viqueira es el eslabón entre Pessoa y lo angloamericano.
Hasta la fecha, estaba familiarizado con Alberto Caeiro, Álvaro de Campos, el gran Ricardo Reis, Coelho Pacheco e incluso un tal barón de Teive. No recordaba este heterónimo anglosajón que, cuando leí el libro por primera vez (comprado en 1986), me pasó desapercibido o no atendí a la nota explicativa.
Sorprende con el comienzo de este poema de juventud, firmado por Search y traducido por Luísa Freire (estela existencialista que quizá recogiera Reis):
Another day is past, and while it past,
What have I pondered or conceived or read?
Nothing! Another day has gone to waste.
Nothing! Each hour as it is born is dead.
(Otro día pasa, y mientras pasa, / ¿Qué he sopesado, concebido, leído? / ¡Nada! Otro día se ha ido a la basura. / ¡Nada! Cada hora ha muerto al nacer.)
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