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La unión de los Estados

La unión de los Estados

Hace tiempo, no sé a raíz de qué (puede ser el episodio del presidente Clinton y la becaria Monica Lewinsky en el Despacho Oval), concebí el sinónimo de Estados Empalmados, en vez de Estados Unidos, pues, bien mirado, ’unir’ y ’empalmar’ significan lo mismo, aunque en apariencia, y en intención, interpreten algo totalmente distinto.

Ahora (hace días), leyendo un libro del genial autor gallego Julio Camba, Un año en el otro mundo, de 1947, veo agradecido que uno de los capítulos se llama Los Estados Engomados. Lo cual, en apariencia, lo asemejaba con mi juego de palabras: unir/empalmar/engomar.

O sea, pudiendo ser el verbo engomar un sinónimo de unir, tal como lo es empalmar, llegué a pensar en un paralelismo en nuestros pensamientos (o sea, entre el señor Camba y yo), que ya había advertido en cualquier otro escrito.

Pero, el autor de La casa de Lúculo, con engomados se refiere a la afición desmedida de los americanos de mascar goma (lo que después se llamaría chicle, esa aberración dulce que nos hace rumiantes permanentes, que algunos se inclinan a hinchar una y otra vez frente a sus narices o marranamente juegan a estirar con sus manos).

[En Singapur, el país más limpio del mundo, está prohibido comer chicle, traficar con él. Incluso, registran las maletas de los visitantes y confiscan estas golosinas como si de goma dos se tratara o no de goma de mascar.]

Yo, sin embargo, con doble intención, quise hacer alusión a un plano erótico, quizá denunciando una doble moral, una inusitada inclinación al sexo reprimido y por otro lado a la violencia permisiva, donde está peor visto un exhibicionista que un asesino en serie.

Lamentablemente cada vez somos más americanos y los empalmados, o engomados, somos los europeos de doble mirar.

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