Walt Whitman, el profeta de Long Island (2)
La obra de Whitman es eterna (Infinita como dice Borges); la hizo y la rehízo toda su vida: ocho ediciones de Hojas de hierba estando vivo, y una más después de su muerte (que supongo él no intervino.
La primera edición, de 800 ejemplares, fue retirada del mercado por inmoral, por sus escandalosos ’himnos homosexuales’. La segunda, lleva una carta de Emerson y es necesario tenerla en consideración.
Unió en su poesía la ciencia (que llamó ’Ciencia positiva’, la política (Democracia) y, por encima de todo, la religión. (La ciencia era imprescindible para depurar la religión, para desterrar todos los mitos y abusos de los temerarios.)
¡Viva la ciencia positiva! ¡Vivan las demostraciones precisas!
Traed uvas y cedro y ramas de lilas,
Éste es el lexicógrafo, éste es el químico, éste el que compuso una gramática de los antiguos jeroglíficos,
Estos navegantes hicieron que la nave atravesara mares desconocidos y peligrosos,
Éste es el geólogo, éste trabaja con el escalpelo y éste es un matemático.
Como político, fue el poeta de América, el cantor de la democracia, el testigo irrefutable de esa Nación ejemplar, del país de la libertad, que pasaba de su infancia a una madurez ejemplar durante el siglo XIX.
Es el patriota estadounidense por antonomasia. Pero no el limitado chovinista enamorado de su tierra y sus leyes, no el falso patrioterista que desprecia todo lo que no se asemeje a su país o sus gentes.
Alabó a la América del XIX como sociedad de naciones, como conjunto de personas independientes (pg. 30/T1 «A los Estados Unidos»).
Cantó la integridad de los ciudadanos comunes y la belleza en sus vidas cotidianas. Elogió al nuevo granjero colonizador y al nuevo obrero industrial urbano. Se amó él mismo y a los demás por medio de sí mismo.
Expuso su idea de democracia panhumana y pansexual. La denominaba "democracia atlética", de la gente corriente. Los proponía como individuos prototipos para la construcción de la "Unión": un experimento sin precedentes en materia de libertad humana.
Amó a los débiles, a los perseguidos, a los que sufren:
Vosotros, malvados, que comparecéis ante la justicia Vosotros, convictos, que estáis en celdas; vosotros, asesinos juzgados, que lleváis cadenas y ataduras de hierro
¿Quién soy yo, que no me encuentro, como vosotros, ante el juez o el encarcelado?
Soy despiadado y demoníaco como el que más. ¿Por qué no están mis muñecas y mis tobillos encadenados de hierro?
Y criticó a los dirigentes de oficina:
Vosotros, mentirosos a sueldo para mancillar al pueblo,
Anotad ahora:
Por las innumerables agonías, asesinatos, lascivias,
Por robar en los tribunales en sus múltiples formas despreciables,
Despojando de su sencillez los salarios del hombre pobre;
Por muchas de las promesas juradas por labios reales
Y rotas, y ridiculizadas en su ruptura;
Luego, en su poder, por todo esto,
No recibisteis un sólo golpe en venganza personal,
Ni se os manchó de sangre un sólo cabello:
El pueblo desdeñaba la ferocidad de los Reyes.
Pero la dulzura de la misericordia fue el fermento de una amarga destrucción
Y retornan los gobernantes atemorizados
Todos viven en el lujo, con su séquito,
Verdugo, sacerdote, y recaudador de contribuciones,
Soldado, jurista y sicofante;
Una horrible procesión de cigarras,
Y se pavonea de nuevo grandiosamente.
En cuanto a la religión, fue profeta, promulgó una nueva creencia: el amor a uno mismo. Como lo demuestra en todo el «Canto a mí mismo». Veamos el poema 24:
Walt Whitman, un cosmos, de Manhattan el hijo,
Turbulento, carnal, sensual, comiendo, bebiendo, engendrando,
Ni sentimental, ni sintiéndose superior a otros
hombres y mujeres, ni alejado de ellos,
No menos modesto que inmodesto.
¡Arrancad los cerrojos de las puertas!
¡Arrancad las puertas de los goznes!
El que degrada a otro me degrada,
Y todo lo que se dice o se hace vuelve a mí al fin.
A través de mí surge la voluntad creadora, a través de mí, el torrente y el índice.
Digo el primordial santo y seña, hago el signo de la dedocracia,
¡Por Dios! No aceptaré nada que no sea ofrecido a los demás en iguales condiciones.
Muchas voces largo tiempo calladas brotan de mí,
Voces de las interminables generaciones de prisioneros y de esclavos,
Voces de los enfermos y de los inconsolables, de los ladrones y de los enanos,
Voces de ciclos de preparación y de crecimiento,
De los hilos que unen a las estrellas, y de los vientres, y de la simiente paterna,
Y del derecho de aquellos a quienes oprimen los otros,
De los deformes, triviales, simples, tontos y despreciados,
De neblina en el aire, de escarabajos arrastrando bolas de estiércol.
Brotan de mí voces prohibidas,
Voces del sexo y del apetito, voces veladas y yo aparto el velo,
Voces indecentes clarificadas y trasfiguradas por mí.
Yo me cubro la boca con la mano,
Me conservo tan puro en las entrañas como en la cabeza y en el corazón,
La cópula no es para mí más vergonzosa que la muerte.
Creo en la carne y en los apetitos,
Ver, oír, tocar, son milagros y cada parte de mí es un milagro.
Divino soy por dentro y por fuera, y santifico todo lo que toco y me toca,
El aroma de estas axilas es más fino que las plegarias,
Esta cabeza es más que las iglesias, las biblias y todos los credos.
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