La vida desordenada
Retomo y maleo un poema-pregunta que escribí hace mucho, inserto en el cuaderno impublicable Poemas para cantar en el agua, y pienso que necesito un respiro.
¿Has visto, amor, los rápidos
que torpemente
se precipitan en cascadas
componiendo un escándalo
de blanquísima espuma,
de agua y de luz,
de violencia estancada en kilómetros de río,
para calmarse
y dejarse morir un poco
en la tranquilidad
siempre inmensa de un lago?
Mis días se acumulan en estridencia y no encuentro el viento que me empuje hacia buena travesía.
La noche, el amor, las ganas, la costumbre, la luna, los amigos y de nuevo el amor en su extensión, que no es otra cosa que el desamor.
Recuerdo un poema de Cavafis que responde a mi estado:
Por las tabernas y burdeles
de Beirut malvivo. No quería quedarme
en Alejandría. Me abandonó Tamidis
y se fue con el hijo de Eparcos para tener
una villa en el Nilo, un palacio en la ciudad.
No podía quedarme en Alejandría.
Por las tabernas y burdeles
de Beirut malvivo. En disipación abyecta
paso vilmente la vida. Lo único que me salva
como belleza duradera, como aroma que sobre
mi cuerpo ha quedado, es que tuve por dos años
como mío a Tamidis, el joven más maravilloso,
como mío no por una casa o una villa en el Nilo.
6 comentarios
volandovengo -
CKS -
Si un escritor no cuenta las cosas, ¡quién las contará! Así pues, con los ojos de la perspectiva, benditas sean las caídas.
volandovengo -
CKS -
Sinceramente, no creo (aunque pudiere estar equivocada), que Jorge opte por el lago homosexual, aún cuando uno encuentra momentos de felicidad por los vericuetos más insospechados.
Y el desamor. ¿El desamor? el des-amor, que no sin amor.
volandovengo -
Dani -
Pero aunque ahora no te lo parezca tal vez encuentres en esa tu vida errante por las tabernas otro hombre que te devuelva al mundo y si no es Tamidis puede ser Lorenzo o Pascual.
Te deseo suerte y felicidad.