La Alhambra se tragó a Mercé
Festival de Música y Danza de Granada
Flamenco del milenio
Hubo varias razones para que José Mercé no diera el cien por cien que se esperaba. A saber: el público no era eminentemente flamenco, sino que respondía a esa heterogeneidad media que acude habitualmente a este Festival; su dinámica, por otra parte, pasa por un respeto rayano en una desconsiderada frialdad; quizá, por último, el Patio de los Arrayanes de la Alhambra terminará por fagocitarlo.
A esto se le debe añadir la elección de un repertorio denominado Flamenco puro ‘Jondo’ que, a los no iniciados, les resultaría distante y a los aficionados se nos podría quedar corto.
No obstante, José, llegó dominando. Con su chaqueta roja y su estampa mediática, prometía arrasar. Reconoció que el sitio le imponía, pero que era un privilegio cantar en él. A la guitarra Diego del Morao, heredero directo del compás jerezano, ofrecía seguridad.
Unas correctas malagueñas, donde Chacón dio el punto de partida, sirvieron para templar al artista. No era mal comienzo. La soleá, que se supone que es uno de sus fuertes, estuvo comedido, sin arriesgar, como cumpliendo un compromiso.
Entiendo que hay cantaores, que hay artistas, que se les debe exigir según su altura y la largueza de su sombra. Un flamenco como Mercé no debe dejar rendijas por donde se cuele el aire; bebe romperse con cada tercio y hacer vibrar a la concurrencia.
La única vez que se nos erizó la piel un tanto así, la única vez que amagó el estremecimiento de un placentero pellizco, fue con la seguiriya. También Morao estuvo extraordinario, alternándose con el maestro, dando dos de cal y ninguna de arena.
Parecía que con esta entrega comenzaba el concierto, que Mercé bordaba de molde las letras que lo preceden. Pero fue el canto del cisne. Un quiero y no puedo, una apatía y un jota, caballo y rey determinaron el resto del recital.
La desgana posiblemente respondiera al efecto pescadilla: no terminaba de conectar con el público, ergo la parroquia no comulgaba con ese oficiante.
Los tientos-tangos fueron de mal en peor. Para el remate le faltó compás. No sé por qué llevó a dos palmeros consigo, Mercedes García ‘Merce’ y Manuel Pantoja ‘Chicharro’, si sólo lo arroparon a los postres. En los naturales se defendió acordándose de los grandes. Y para las alegrías ya se unieron los coros con menos eficacia que de costumbre: sus voces no se escuchaban.
Las bulerías, con las que acabó la función, sirvieron para elevar nuevamente el listón. El soniquete de su tierra se impuso como marchamo indiscutible, en el que Diego, dejando hacer, tuvo un papel protagonista.
Como fin de fiestas, un poquito más por bulerías, fuera de micrófono, pusieron la guinda a un pastel artificiosamente edulcorado.
En general, quizá más por la calidad que por la cantidad, el recital quedó cojo. Así que, después de retirarse y con el público yéndose, regresó para cantar post festum su éxito Aire en el que paradójicamente creí adivinar algunos ahogos.
9 comentarios
volandovengo -
Juan Valeriano -
volandovengo -
Rossy te agradezco tu apoyo, pero esta guerra te viene lejana.
Carmen, la moda es lo que pasa de moda, después estamos los de 'temporada' intensiva.
Gastronomía Flamenco Punk -
Juan de Mairena dice algo certero como un puño: el calor, la complicidad de un público, levantan o hunden a un artista.
Es verdad que hay demasiado flamenco de 'temporá'.
Anyway.
Rossy -
Juan de Mairena -
volandovengo -
Creételo, Carmen, Mercé hizo agua (aunque agua a compás).
Gastronomía Flamenco Punk -
Mercé ha sido el primer cantaor comercial en vida. 150.000 copias de "Del Amanecer" (Virgin, 1999). Los flamencos damos parte del alma por ver (otra vez) a Mercé cantar jondo, a pelo su voz y la guitarra. En este caso ha sido el Morao, entendemos el hijo del malogrado Moraíto. Diego el Morao, un grande (que acompaña a El Cigala en la última década).
Quizá sea ésta la excepción que confirma la regla. La corroboración de que Mercé es humano. "Errare humanum est". Como ha pasado con todos los grandes.
Y de compás, qué decir de Mercé y el compás... Anda a compás, habla a compás, come a compás.
Jerez/Granada, Granada/Jerez, ese gran matrimonio.
Juan Valeriano -