Blogia
volandovengo

Período de aceptación de los gitanos

Período de aceptación de los gitanos

Podríamos considerar tres períodos fundamentales en la vida de los gitanos. El primero comienza con su aparición en España, en 1425, que durará hasta que sale a la luz la primera ley en contra de ellos, en el año 1499. El segundo está caracterizado por la persecución del pueblo gitano y se extiende de 1499 a 1783, fecha en la que los gitanos son reconocidos como ciudadanos españoles. El tercer período, de 1783 hasta nuestros días, se caracteriza por una teórica igualdad ante la ley, pero también por una desigualdad social y económica.

Al principio, los gitanos fueron bien acogidos. A su paso fueron encontrando por parte de los señores benevolencia, ayuda, comida, ropas y regalos. Vivían con libertad y no sólo no eran rechazados, sino que los campesinos y aldeanos, les miraban con simpatía y comerciaban con ellos. Incluso quedan exentos del pago de los derechos de cancillería. Sus habilidades artesanas y su facilidad para entretener y divertir y eran apreciadas (forja, buenaventura, cestería, hechicería, empleo de hierbas curativas, uso de animales amaestrados, cantos y bailes…).

El primer documento que atestigua la presencia de los gitanos en España, como sabemos, data del 12 de enero de 1425, cuando Alfonso V, el Magnánimo, rey de Aragón da un salvoconducto, una cédula de paso, a Juan, conde de Egipto Menor, líder de una comunidad gitana, para viajar por sus tierras durante un trimestre para que sea bien tratado y acogido. Cuatro meses más tarde, este mismo rey autoriza a Thomás de Egipto a transitar y morar por el reino.

Teresa San Román, escribe en Vecinos gitanos (1976): “la ley llamada Paz del Camino se aplicaba a cualquier persona que se dirigía en peregrinación hacia Santiago, especialmente a través de la ruta francesa; por esta ley se garantizaba a los peregrinos su seguridad personal y solamente el Rey se reserva el derecho de intervenir en aquellas ofensas contra la ley que pudieran ocurrir sobre tales rutas”.

En Memoria del flamenco (1979), Félix Grande, incide: “hemos de tener en consideración que en aquella época la cristiandad europea, y en no menor medida la de la península Ibérica, tenía por hábito, incluso por deber espiritual, el ayudar a caminantes, penitentes o peregrinos que dijesen dirigirse a los santos lugares”.

Efectivamente, desde mediados del siglo XV, circulan en grupos de cuarenta a cien personas conducidos por personajes que se dicen ‘condes’ ‘marqueses’, ‘duques’ o ‘voïvodas’, de tez morena, los hombres llevan barba y pelo largo, aretes en las orejas, las mujeres turbante, anillos y aretes y otros adornos. Exhiben cartas o salvoconductos de algún rey europeo o peninsular y bulas del Papa, afirmando que se les ha impuesto una romería penitente de siete años y que van a Santiago de Compostela.

El día 27 de abril de 1435, de acuerdo con el documento firmado en el Palacio Real de Olite por la Reina Blanca de Navarra, que se conserva en el Archivo General de Navarra, se atestigua, que los gitanos habían llegado al Reino para cumplir una penitencia impuesta por el Papa. También hay constancia de su llegada al puerto de Barcelona, el 11 de junio de 1447; el 23 de marzo de 1460 a Zaragoza; el 29 de mayo de 1484 a Ampurias, etc.

El condestable don Miguel Lucas de Iranzo, el 22 de noviembre de 1462, recibe en Jaén a dos condes del Pequeño Egipto con bastantes familias (uno don Tomás e el otro don Martin, con fasta çient personas de ombres e mugeres e niños, sus naturales e vasallos) y, antes de su marcha, los colma de regalos y les entrega una suma considerable para el viaje.

En 1470 el mismo Condestable acoge a otro grupo de cuarenta gitanos en Andujar, y algo similar sucede en Cazalla. Sucesos semejantes tuvieron lugar en otras ciudades andaluzas.

(Los gitanos encuentran en Andalucía el perfecto caldo de cultivo para desarrollar su arte, pues esta región atesora un impresionante poso cultural, artístico y científico, debido a casi ochocientos años de mezcla de culturas árabes, judías y cristianas.)

Pronto se les ve en la comitiva procesional de diversas fiestas del Corpus (en Guadalajara, en 1478 y, poco después, en Segovia, en Toledo…) danzando, tocando tamboriles, panderos y sonajas.

Todavía, en 1480, los Reyes Católicos extienden un salvoconducto a don Jacobo, conde de Egipto Menor, para facilitarle su peregrinación a Compostela.

Así, durante sesenta años, los gitanos mantuvieron buena convivencia con los viejos inquilinos. Pero no tardaron mucho tiempo las autoridades españolas para cambiar de actitud, posiblemente por la entrada masiva de gitanos en el suelo peninsular. A partir de la década de los 80 arribaron a nuestra tierra enormes contingentes de gitanos que habían salido de Constantinopla tras la invasión islámica en 1453. Ante esta masificación las ayudas y las limosnas pasaron a ser menos generosos. Poco después surgió el rechazo.

Rechazo debido, además de a la masificación, al desenmascaramiento de su leyenda y su vida de fortuna y engaño. Las protestas proliferaron obligando a los Reyes Católicos a buscar solución a este problema con las primeras leyes opresoras.

Félix Grande, en la obra citada, lo explica de esta manera: “el embuste defensivo no podía durar eternamente. Las diferencias de identidad cultural, los cambios estamentales que en aquel siglo se produjeron con frenética velocidad, y la frecuente desconfianza popular contra aquellas tribus que, entre sus muchas habilidades, contaban con las del hurto y el engaño, harían desembocar una breve época de placidez en otra, más vasta, de persecución y castigo”. 

José Carlos Arévalo, en 1972, por su parte, cuenta que “la Historia no fue tolerante con su burla, y castigó eternamente su original pecado de falsificación (…). En seguida se descubrió que los gitanos eran los invitados falsos. Su exótico semblante, su connivencia con la magia, sus espejismos heréticos provocaron alerta”. 

Recordemos que a finales del siglo XV se estaban formando en Europa occidental los nuevos estados de monarquías absolutas, basados sobre todo en la homogeneidad de los súbditos de un mismo monarca. Los vientos europeos están cargados de intolerancia y España estaba con ellos. Los Reyes Católicos crearon el tribunal del Santo Oficio en 1480; después, tras la conquista de Granada, vino la expulsión de los judíos, en 1492; y, ya entrado el siglo XVI, la de los moriscos, en 1502.

Esta represión, naturalmente, llegó al pueblo gitano. En este caso el trato represivo no sería por causas religiosas sino por su forma de vida, por su comportamiento al margen de la ley y su modo de vivir, pues las comunidades sedentarias nunca han tolerado el nomadismo.

2 comentarios

volandovengo -

Gracias, Carmen, es una manera de poner en orden los datos.

Carmen K. Salmerón -

Crónica sobresaliente.
Felicidades, admirado colega.