El idioma de los gitanos
Una de las teorías sobre el origen de los gitanos en el norte de la India alrededor del año 1000, y su posterior éxodo, es la idiomática.
El romaní es el conjunto de variedades lingüísticas propias del pueblo gitano (rom), surgido de los dialectos pácritos (claramente relacionados con el sánscrito clásico) hablados entre el año 500 a.C y 1000 d.C. en la India y Pakistán.
Hasta esa fecha las lenguas indoarias tenían tres géneros: masculino, femenino y neutro, como tuvo el romaní.
Manuel Cáliz Córdoba, en El enigma de la raza gitana, comenta que los habitantes de la zona del Punjab se denominaban rajatanos, “que, como puede observarse, es muy cercana a gitanos”. Cáliz basa su argumentación en coincidencias, además de lingüísticas, fisonómicas: «estatura media, rostro alargado, pómulos salientes, labios gruesos, nariz delgada, cabello negro y lacio, ojos negros y vivos, tez morena y bronceada y tórax estrecho». También hace mención a la semejanza organizativa en “tribus y castas”, entendiendo la familia como la unidad básica de supervivencia. (Françesc Botey dirá que “la patria del gitano es la propia sangre”, y Félix Grande explica que “la familia es la patria que le queda a los miserables”.)
A este respecto, Juan de Dios Ramírez Heredia, primer Diputado de raza gitana de la historia española, de 1977 a 1986, escribe entre sus numerosos alegatos a la defensa de su pueblo: «obsérvese el siguiente hecho original que se da entre los gitanos de todo el mundo. Tan convencidos estamos de los lazos de unión familiar que nos unen a todos los componentes de la raza, que tratándose de individuos de edad parecida nos llamamos entre sí ‘primos’, y, si somos de edades muy diferentes, el más joven llamará ‘tío’ o ‘tía’ al mayor, y éste le dirá ‘sobrino’ o ‘sobrina’ al menor. Y normalmente, para llamarnos la atención unos a otros, no acostumbramos a usar las expresiones vulgares ‘oye tú’ o ‘fulano, atiende’, sino que nos interpelamos mutuamente llamándonos ‘pariente’».
El romaní, como vemos, parte de la lengua indoeuropea, pero se enriquece con palabras prestadas de las lenguas que se hablaban en los países por los que los gitanos fueron pasando: del persa, del kurdo, del armenio y del griego...
Johann Christian Christoph Rudiger lo confirma y, en 1782, puso de manifiesto la similitud del romaní con el hindustaní y otras lenguas indoarias del norte de la India y Pakistán. Posteriormente estudios genéticos han demostrado que las poblaciones gitanas poseen frecuencias en ciertos tipos de cromosoma Y y en el ADN mitocondrial que sólo se dan en la India al igual que ciertas enfermedades genéticas muy características de esa localización geográfica. Se ha llegado a la conclusión de que ambas poblaciones se separaron hace unas cuarenta generaciones.
Hoy en día el romaní es hablado en Europa, oeste de Asia, norte de África y América. El caló, también conocido como zincaló o romaní ibérico, se usa en España, Francia, Portugal y Brasil (una población total estimada entre 65.000 y 170.000 personas). Posee una marcada influencia de las lenguas romances con las que convive; fundamentalmente del castellano y, en mucha menor medida, del euskera (que no es romance). Tiene varios dialectos: caló español, caló catalán, caló occitano (extinto), caló vasco o erromintxela, caló portugués, caló angoleño y caló brasileño.
El primer documento conocido en caló es un manuscrito del siglo XVIII titulado Jerigonza. Fue hallado en la Biblioteca Nacional de Madrid y publicado por el filólogo inglés John Hill en 1921. Recientemente ha sido revisado por el catedrático Ignasi Xavier Adiego, de la Universidad de Barcelona. Marcelo Romero Yantorno, en Del romanó al caló: seis siglos de lengua gitana en España, comenta: «La fonología de este Caló temprano ya muestra influencia del dialecto andaluz , y es evidente que la lengua descrita aquí ya es Caló y no Romaní porque por caso los verbos aparecen con la terminación española de infinitivo, tal como hoy en día».
Por su parte, el vocabulario oficial u oficioso, español (y latinoamericano), también ha incorporado palabras del caló. Los ejemplos más conocidos (sobre todo en ciertos círculos) son: bajañí (‘guitarra’), biruji (‘frío’), boliche (‘casino’, ‘bar’), bulo (‘embuste’), camelar (‘querer’, ‘seducir’), chaval (de chavalé, vocativo de chavó, ‘chico’, originalmente ‘hijo’), chingar (‘fornicar’), chola (‘cabeza’), chungo (‘difícil’), churumbel o chaborrí (‘niño’, ‘bebé’, ‘hijo’), chusma (‘muchedumbre’), coba (‘persuadir’), curda (‘borrachera’), currar (‘trabajar’), duquelas (‘preocupaciones’, ‘fatigas’), espichar (‘fallecer’), fetén (‘excelente’), gachí (‘mujer’), gachó (de gadjó, ‘hombre’), gili (‘tonto’), jalar (‘comer’), jeta (‘hocico’, ‘cara’), jiñar (‘defecar’), lache (‘vergüenza’), longui (cándido’), mangar (‘robar’), menda (‘yo’), molar (‘gustar’), ojana (’hipocresía’), oropéndola (‘ilusión’), parné (‘dinero’), pinrel (de pinré, ‘pie’), pirarse (de pira, ‘fuga’, ‘huida’), postín (‘lustre’), paripé (‘fingimiento’), piltra (‘cama’), pitingo (‘presumido’), sandunga (‘gracia’), tasca (‘taberna’).
También he encontrado un nombre propio: Tamara, que es el nombre la virgen María.
* La comunidad romaní de Serbia celebra, en mayo de 2011, la edición del Evangelio según San Marcos en su lengua.