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Escribo para cuatro

Escribo para cuatro

No sé realmente cómo me dio el volunto de hilvanar palabras en un papel y depurarlas a través de los años hasta serme tan vital como el comer o el amar. Quizá empezara a escribir antes de buscar justificación. Quizá alguna lectura me llevara a materializar mis propios pensamientos. Quizá quise incentivar una memoria que nació flaca y sigue creciendo enfermiza.

El caso es que en una libreta, de tamaño de bolsillo, comencé a apuntar frases o ideas (lo que ahora se llaman aforismos) hasta que se terminaron sus hojas. Después compré otra y otra más. Y al mismo tiempo leía a Khalil Gibran y a Tagore y pensaba que si ellos escribían lo que escribían, por qué yo no podría escribir igualmente mis ocurrencias.

Después soñé que Platón dijo que el hombre que lee es incompleto si no escribe. Y leí a Borges y Bioy Casares que, uno de sus personajes de Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), en Cuentos de H. Bustos Domecq, comenta esto mismo con más claridad: “el que no escribe todo lo que le fermenta en la testa es un eunuco de la Capilla Sixtina”.

La necesidad fue creciendo y se fue afinando. Relativamente pronto dejé de lado la poesía: el verso, la medida, el ritmo, están fuera de mi alcance. Aunque algo hago en forma de poema breve o ligera cancioncilla.

En la prosa nado sin vértigo. El cuento, el pensamiento e incluso la novela. Algo he publicado. Mínimo y sin entidad tras los muchos años que llevo juntando letras y emborronando papeles. También me dediqué al artículo de opinión en forma de crítica flamenca, que tantas bondades me ha ofrecido (también momentos acres).

En 2006 inauguré este blog, precisamente por el flamenco. Los artículos, escritos para el periódico, no siempre se editaban y a veces se publicaban incompletos. Así, decidí tener una tribuna propia para elevar mi voz sin cortapisas.

No obstante, no quise limitarme al flamenco. De esta forma, en esta bitácora es una miscelánea donde se encuentran todas mis inclinaciones narrativas, desde el cuento hasta la anécdota, desde la denuncia a la reseña, desde el pensamiento hasta la comedia.

Se han alternado momentos de gran movimiento, de casi un post diario, hasta días y días de silencio (los menos). Entre mis visitas también ha habido altibajos. Temporadas de fuerte actividad lectora combinadas con otras huérfanas, que he intentado reflejar con estadísticas y contadores, pero se me han ido perdiendo por el camino y ahora, desde octubre de 2013, llevo poco más de 4.500 visitas. Los amigos vienen y se van (los enemigos se acumulan).

Todo esto me lleva a una conclusión: escribo para cuatro. Soy un autor mínimo, poco leído (¿a la minoría siempre?). No por esto, sin embargo, dejo de escribir y de alimentar este cuaderno, que se convierte en una especie de diario o de cajón de sastre (desastre). Soy empecinado y orgulloso, metódico y responsable más de lo que parece. Soy un corredor de fondo al que atrasan cada vez más la meta.

* Jorge y Adolfo.

6 comentarios

Carmen K. -

Aquí otra servidora que disfruta con los textos de Volandovengo.

volandovengo -

Pues, ya están los cuatro! Bueno, aunque 'cuatro' es un número metafórico que quiere decir 'pocos' o 'allegados' o 'incondicionales'. Podía igualmente haber dicho 'siete', que es un número mágico.
Las libretas primigenias no las conservo, Ana, pero sí unos libritos artesanos que confeccionaba con esas libretas. Cuando quieras quedamos y te los enseño.

B -

Jorge, no me salen las cuentas. Yo soy la cuarta y sé que hay más.

Ana -

Yo quiero ver esas libretas, y soy otra.

Chano -

Y yo soy otro

Mercedes -

Jorge, yo soy una de los cuatro