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volandovengo

Marina, por la puerta grande

Marina, por la puerta grande

La dinámica establecida en el ciclo Flamenco viene del sur no termina de convencerme. Cuando dos artistas coinciden en el escenario consecutivamente, que nunca se ven, parece que dejan algo a medias. Otra cosa sería que hicieran un dúo en algún momento dado o un fin de fiestas conjunto. Está bien que alguien que empieza acompañe a una figura afamada, pero que dos artistas de renombre rellenen la velada tiene sus objeciones. Concretamente, este lunes, Potito no llegó a calentarse, y por ende tampoco al respetable, y Marina Heredia nos dejó con ganas de seguir escuchándola.

Lo dicho, Antonio Vargas Cortés, Potito, un cantaor camaroniano donde los haya, que tiene el aplauso asegurado, dejo fríos a los espectadores. Su fuerte, que son las bulerías y los tangos, fueron solamente sombras de su buen hacer. Las bulerías, con las que terminó, estuvieron algo deslavazadas. Sacó a un bailaor, El Torombo, que parecía un toro que enviste al salir de un chiquero en el que ha estado encerrado más de la cuenta. Estalló, como fuegos de artificio, y, como tales, se consumió. Fue inexplicable e innecesario. En los tangos, Potito anunció que serían de Granada. Ni de lejos se acercaron a la ciudad del monte sacro. La mejor entrega del cantaor sevillano fueron sus seguiriyas y los fandangos de Huelva en los que estuvo más bien corto. Mi aplauso incondicional se lo lleva Curro Fernández, un tocaor con temperamento, que mantuvo una expectación que Antonio Vargas se encargaba de ir apagando.

Marina fue otra cosa. No porque sea de la tierra y el sentimiento me ciegue, sino que estuvo especialmente tocada por los ángeles y dejaba trasparentar su trayectoria y esfuerzo anteriores. Valiente y flamenca, apareció clamando pregones que remató con tonás. El sonido no le hizo justicia en esta primera entrega. Para el resto del concierto será impecable.

En la soleá, la garganta le hizo malas pasadas, que con un poquito de agua y algunas tablas capeó sin dificultad. Fenomenal en la malagueña y el par de fandangos de Frasquito. En el segundo de ellos se rompió. Era otra persona. Toda entrega y pureza, que hace del grito moderado un elemento estremecedor. El público, vibrando sin remedio, ovacionaba sin cesar sus cambios de tercio. Sus exquisitos tangos fueron puramente sacromontanos y la bulería final, un poema de José Bergamín, musicado con el arte distinguido de Bolita, fue de una musicalidad y sutileza extrema. Tras varios minutos de aplausos, una gran artista granadina hace mutis por bulerías, llevándose, sin discusión, las dos orejas y el rabo.

2 comentarios

kpicúa -

Tras leer la crónica, una se puede hacer una idea bastante aproximada de lo que el público vio, oyó y sintió. Contagias la emoción ante el cante de la Heredia. Pena no haber estado en la sala. Me alegra especialmente que estuviera \"fenomenal en la malagueña...\" Y hasta aquí puedo escribir

Paul -

Además de compartir el contenido y de disfrutar con el estilo del articulo. Como aficionado, agradezco el comentario sobre la línea de programación del Ciclo \\\\\\\"Flamenco viene del sur\\\\\\\". A artistas como los del otro día hay que programarlos solos, o en su caso con un \\\\\\\"telonero\\\\\\\" que valga la pena descubrir.