Tiempo africano
Platón dijo que el hombre que lee es incompleto si no escribe. Siempre he creido exagerada esta sentencia, pero fue decisiva en su momento (junto con Kahlil Gibran) para que yo me animara a trascribir mis pensamientos. Remedando a este joven filósofo, podría decirse, que el viajero sin memoria es algo estéril. Ryszard Kapuscinski es un periodista polaco, viajero inpenitente, y escritor visionario. Recientemente (2003) galardonado con el premio Príncipe de Asturias en Comunicación y Humanidades, este autor, nacido en realidad en Bielorrusia (como mi amigo Andrei Smirnov), me puso en la pista del concepto de tiempo africano.
Él contaba en su obra "Ébano", sobre el futuro en África, que estando en Etiopía, creo (cuento de memoria), subió a un autobús para otro lugar. Pasó en su asiento trasero dos días, me parece recordar, viendo a familias enteras subiendo y bajando, comiendo y haciendo tertulias. Al acercarse al conductor, francamente amoscado, para preguntarle cuándo narices partía aquel vehículo, sin inmutarse, éste respondió que cuando estuviera lleno.
Yo tengo otra anécdota de tiempo africano. Estába con mis hermanos y mi padre en la casa de Blanca Li y su compañero Etienne en Marrakech, tomándonos un té con hierbabuena en el patio, esperando a un comerciante de alfombras que había prometido traernos a casa la que habíamos comprado esa mañana. "Después de comer" dijo el viejo vendedor. De vez en cuando mirábamos el relor y las bromas sobre el timo al incauto turista iban creciendo a medida que pasaban las horas. Poco después de las siete de la tarde, con una calma asombrosa, apareció el moro con la alfombra a cuestas y la depositó a nuestra puerta con el orgullo de quien ha cumplido una noble misión. Analizamos a posteriori el episodio y concluimos en que no hubo error alguno. Nuestro personaje no faltó a su palabra. "Después de comer" son las cuatro o las cinco de la tarde, pero también pueden ser las siete, las ocho o las nueve.
Mi mujer, aún sin conocer a Kapuscinski, es practicante de este concepto relativo de los minutos y de las horas. Para mí es un problema, para ella sólo son maneras, una filosofía que trasciende más alla de las convenciones relojeras. Yo soy lo contrario, soy aberrantemente puntual, tópicamente británico, prefiero esperar a que me esperen, soy un adelantado (como el personaje de Les Luthiers, que descubrió América un año antes que Cristobal Colón). Lo malo es que, cuando estamos juntos, se impone su parsimonia y siempre llegamos a los postres, después de haber discutido y con mi estómago tocado drásticamente.
De cualquier forma, llegaré a pensar como Carlos Fuentes cuando decía de su mujer Silvia: "La quiero porque yo soy el hombre más puntual de la tierra y ella, puntualmente, siempre llega tarde". Si no, tiempo al tiempo (aunque sea africano).
1 comentario
Hueso -
un abrazo.