Montefrío, por y para el flamenco
XXXIII Festival Flamenco “Manuel Ávila”
Montefrío es una población flamenca donde las haya. Su festival, dedicado desde la muerte de Manuel Ávila, a este insigne cantaor local, cumple nada menos que treinta y cuatro años. Pocas citas flamencas, no sólo en Granada, sino en toda Andalucía, se pueden vanagloriar de tan longuísimo acontecimiento, tan sólo superado por el “Lucero del Alba” de Salobreña, con 37 años, y la “Volaera Flamenca” de Loja, con 35.
Esta edición ha servido para homenajear a ese personaje tan entrañable del mundo flamenco granadino que es Pepe Guardia, aún no suficientemente reconocido. Por este motivo, por su legendaria tradición flamenca y por el respeto a su afición, el Ayuntamiento de Motefrío ha programado un cartel completo y variado, donde se pudo disfrutar desde el flamenco más añejo al más fresco y juvenil, desde la seriedad más extrema hasta la euforia más liviana, desde la extremada juventud hasta la sabiduría de mil arrugas reconocidas. Así pudimos ver la resonancia del octogenario Manolo Osuna, amigo personal de Manuel Ávila, haciendo soleá, tientos y fandangos; la gracia y majestad de Curro Albayzín y su manera única de ser en el escenario, cantando, bailando y recitando a sus imprescindibles García Lorca o Manuel Benítez Carrasco, con tangos del Sacromonte como fondo musical, interpretados magistralmente por un incombustible Luis Mariano; o el poderío picante de María La Coneja comenzando por tangos y acabando por los graciosos tanguillos que interpretara con Antonio Canales en su espectáculo “La casa de Bernarda Alba” y que dan cierto sentido a su apodo. Entre estos dos temas, María hace un alarde de castañuelas, a lo que ella llamó “Preludios” con aires festeros, que interpretaba “hace mil años”; y un poquito por fandangos. A su término, La Coneja llamará al escenario a Toni Maya, otra leyenda viva sacromontana, que se hallaba entre el público y que improvisó unas bulerías.
La vertiente más joven se inclinó también por el flamenco de raíz. Mercedes Hidalgo nos brindaría la caña y un ramillete de fandangos; Juan Pinilla hará temporeras y granaínas; Verónica “La Hindú”, jovencísima artista local, bordó una soleá de Triana y unos tangos granadinos; y Álvaro Rodríguez, que abrió la noche, se templó con una soleá y elevó la temperatura flamenca con unas malagueñas.
Para terminar, Silvia Lozano, con el cante de José Fernández y David Sorroche y la guitarra de Alfredo Mesa, bailará sus famosas alegrías depuradas con un nuevo encanto. Se ve que el ensayo diario y los nuevos modelos le son hartamente provechosos.
A altas horas de la mañana y con la sensación de haber visto un gran Festival, nos retiramos hasta el próximo año.
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