Para abrir boca
III Muestra de Flamenco Joven de Huétor Vega
Huétor Vega tiene un festival oficial, que este año cumplirá su edición número veinte, y que podremos ver el 11 de agosto. Desde hace ya tres años, se va apostando en la misma población por un flamenco joven, por unos intérpretes que difícilmente conformarían el cartel del macro evento. ¿O sí? Viendo los años pasados esta muestra, sin lugar a dudas cualquiera de sus actuantes podría dar el salto sin ninguna merma para la fiesta grande. Pero, para este año, se ha apostado por un cabeza de cartel de primera, que ha sido Joselete de Linares, aprovechando su participación como profesor de cante en el “IV Curso de Flamenco de Huétor Vega” que organiza la Peña Flamenca La Parra de esa localidad.
Joselete, con la voz algo tomada, estuvo muy ajustado en su entrega. Hizo soleá, malagueña y se alivió en los fandangos. El de Linares, claramente caracolero, terminó por bulerías y con “La Salvaora”, la famosa zambra del maestro sevillano. Echamos de menos, como buen linarense, escuchar tarantas y algunos cantes de levante.
Antes del jienense, para comenzar la noche, Esther Crisol, una joven con perspectivas dio muestras de su buen hacer. Su voz grave, a semejanza de la de Carmen Linares, no abandonó su estela en ningún momento. No sólo los temas seleccionados y letras escogidas eran de Carmen, sino también su cadencia, melismas y un intento del quejío aguardentoso de la que, hoy por hoy, es la mejor cantaora que existe. Esther comenzó por la caña y continuó por cantiñas, granaína y media, tientos-tangos, quizá demasiado largos, y bulerías, sin duda su mejor entrega. Tanto ella como el tocaor, José María Ortiz, estuvieron algo espesos y faltos de emoción. Tampoco el sonido acompañaba.
Un sonido que fue insuficiente en las dos entregas del baile preciso de Raimundo Benítez. Este joven bailaor, que podemos ver noche tras noche en la Venta del Gallo en el Sacromonte, nos sorprendió por su madurez artística y por su agilidad, centralizada en un juego de piernas envidiable. Respaldado por un cuadro de lujo a sus espaldas, con mucho fue lo que más agradó de la velada, a pesar de que el tablao no era el idóneo y le faltaba sonoridad, un micrófono al suelo, vamos.
* FOTO: Joselete de Linares.
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