También la Dama de Hierro
Tengo una camiseta con una berenjena dibujada en su pecho, de colores fuertes, planos, algo naif, que hace juego con la toalla que utilizo para la playa, para la piscina, que me regalo mi madre, tan exclusiva, tan elegante ella, hace ya bastante tiempo. Pero no creo que se acuerde. En realidad, no se acuerda de nada. Se ha olvidado del mundo. Y, lo peor, el mundo se ha olvidado de ella.
Repiten que el alzheimer ataca a mentes dormidas, a memorias en desuso, a cerebros inactivos. Pero Adolfo Suárez, Pasqual Maragall, Margaret Thatcher...
Es una forma de no-vida, o sea, de no-muerte. Es una manera de estar sin ocupar sitio, sin discutir con el destino, sin esperar nada a cambio. Es el descanso del guerrero, la bondad del vacío, la pureza del blanco.
Dicen que en Estados Unidos se están probando medicamentos con buenos resultados. Medicando a un enfermo de artrosis, controlaron sin querer la demencia. Los grandes descubrimientos se producen sin querer. Ahora están experimentando.
Cuando llegué aquí será tarde. Pero nunca es tarde para las buenas noticias. Nunca es tarde para las esperanzas.
Yo, como Miguel Hernández, digo: que tenemos que hablar de muchas cosas. Mientras tanto, una camiseta con una gran berenjena en su pecho me recordará a quien debo parecerme.
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volandovengo -
susana -
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