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volandovengo

Más sobre los vientos

Más sobre los vientos

Si nunca llueve a gusto de todos, mucho menos sopla a gusto de todos. Si no que se lo pregunten a los marineros, a expensas de una vela, o a los molineros, esperando que se agiten las aspas. Si no que se lo pregunten a los habitantes de lugares donde el viento no descansa, en las cimas, en las costas, en las aristas. El viento hace perder la cabeza. El mayor número de suicidios está en Tarifa o Almería, morada permanente.

Los vientos preceden a la Rosa y a la brújula. Su denominación alude de donde proceden, no donde se dirigen o donde duermen. Así, para los griegos, el Siroco, viento del sureste, proviene de Siria (conocido también como Xaloc o Jaloque); y el Lebeche, viento del suroeste, de Libia. Del norte viene el violento Boreas y la Tramontana (tras los montes); el Gregal o Greco del noreste; del este el Levante (dicen que Chano Lobato es capaz de meter por bulerías este viento); el viento Sur es la suave brisa del Céfiro; el Lebeche sopla del suroeste; el Poniente del oeste; y el Mistral o Maestro del noroeste.

En China existen (o existían) «escuelas de viento» para la gracia del andar. Su filosofía persigue poder caminar como se inclina de la tercera caña del bambú. Cuando sopla el viento, la primera caña de bambú se inclina en exceso. La segunda, algo protegida por la primera, se inclina menos. La tercera se inclina poco y se mece con gracia. Este es el movimiento verdaderamente elegante, que deben imitar las mujeres hermosas, las danzarinas y las muchachas cuando van a conocer por vez primera a su futuro marido.

* Fotografía tomada del blog "Lo que ven mis ojos".

3 comentarios

volandovengo -

Nono, bien traída la anécdota.
Sin desperdicio tu historia, Francisco. Sobre ediles timoratos podríamos hablar un buen rato.

Ferrer Lerín -

En Jaca, donde resido, había una gran tradición de suicidios, suicidios vinculados al viento del noroeste, al viento cierzo. Parece ser que se producían de tres en tres y tenían, en una casa abandonada del Callejón del Deán, un magnífico lugar para consumarse sin riesgo: desde el rellano de la última planta se podía colocar fácilmente la soga en torno a una viga que dominaba el hueco de la escalera e incluso, en los últimos tiempos, cuando la actividad era realmente alta -en una ocasión fletaron un autobús desde Soria-, se decía que no era necesario comprar la soga, que ya había una fija y de gran calidad. Finalmente, con los cambios políticos, un edil timorato mandó tapiar la puerta del inmueble.

n0n0 -

Ya lo dijo el sabio de Tarifa, que allí hasta los dálmatas son blancos. A ver si cuaja esa salida campera