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La voz del tiempo

La voz del tiempo

La Guitarra en Otoño

El jueves, dentro del ciclo "La guitarra en otoño", María José Pérez estremeció con su torrente de voz el patio de la Casa de los Tiros. Con un aforo limitado a unas escasas 200 personas (más de la mitad de pie), la flamencura, el rigor y la ortodoxia de esta joven cantaora almeriense se sintió como un verdadero regalo otoñal. Fue un recital lleno de intimismo y complicidad. Cercano y familiar, como el mismo ambiente renacentista impone.

A la guitarra un preciso Miguel Ochando, fino, limpio, más relajado que tocando a solas la semana anterior, en la inauguración de este programa, arropa muellemente a su partenaire haciéndole el camino más liviano. Ambos se admiran. Existe comunión, compromiso. Los solos de Ochando son merecidamente aplaudidos. Destacamos la introducción a las granaínas, el soniquete por tangos, tan de aquí, las bulerías en su conjunto, y tantos momentos...

María José se templa con una soleá. Desde un principio lo da todo. Es austera, clásica, considerada. Sabe donde mirar, donde reflejarse. Es grande en su comienzo. Se gana al respetable cada vez más entregado. Es la voz del tiempo, que en este entorno se hace pasado, se hace futuro. Su segunda entrega, bendiciendo la tierra que la acoge, viene en forma de granaínas, que son de Vallejo, y las medias, de Chacón, que se adapta mejor a su tesitura. De Granada pasa a su tierra, haciendo un taranto de Almería, sentido, lleno de matices. Con extraordinarias facultades anuncia cantiñas, que se quedan tan sólo en alegrías. Domina sin concesiones tanto lo jondo como la fiesta.

La segunda parte puede que supere incluso a la primera. Los tientos, de clara influencia morentiana, pasan a ser tangos que se quedan en Málaga. Quizás, el respeto, le aconseja no arriesgarse aún con los tangos del Sacromonte. Unas guajiras llenas de sal, anuncian lo que será su mejor entrega. Las seguiriyas, que comienza insegura, rompen en su mitad, consiguiendo el sentimiento trágico y brillante de toda una cantaora. Triunfar con seguiriyas es como aprobar con matrícula.

Termina María José con unas bulerías, bien marcadas por el maestro Ochando, en las que hasta se atreve, con poca fortuna, a improvisar una pataílla.

* Foto de esa noche, movidilla (movidilla la foto y movidilla la noche) (© José Manuel Rojas).

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