El duende escondido
XII Muestra Andaluza de Flamenco
Los Veranos del Corral
No se ofenderá David Sánchez ‘El Galli’ cuando le digamos que ha tenido momentos más conseguidos ni creo que se moleste Ana Morales si le digo que me han dicho, porque yo nunca la había visto, que el lunes no fue su mejor día. Fría en general. El Galli, desde que lo conozco, ha ido ascendiendo progresivamente en su carrera. Hace unos días llegué a opinar de él que es uno de los artistas más en forma para el cante de atrás. Incluso, cuando se ha quedado solo, sus glorias son reconocidas. Ana Morales destila una buena técnica que sabiamente emplea en la búsqueda de nuevos universos. No en vano se alzó con el Desplante en el pasado Festival de Las Minas.
El duende sin embargo estaba revoltoso, buscó escondite y se negó a asomar las orejas si quiera, a pesar de que por primera vez empezaba a hacer fresquito, a pesar de lo bien rodeado que estaba el cantaor de Morón.
Por tonás empezó a reivindicar un sitio que no creo que le viniera grande. El intento emocionado de “conquistar” una plaza tan querida para él, no jugó a su favor. En la malagueña, que comenzó bordando la del Canario, adoptó un tempo inusualmente despacioso en un hombre que tuvo prisa durante toda la noche. Incluso, el preciosismo de Miguel Iglesias con la guitarra quedaba truncado con los anhelos del sevillano.
En soleá se mostró largo y con acierto. Fue el tema más redondo, en el que reconocimos al cantaor esperado. Echamos de menos unas seguiriyas. Las cantiñas sin embargo no llegaron a cuajar, aplaudiéndose más a la guitarra o a los palmeros, Torombo y Bobote, que fueron todo un espectáculo de eficacia y sal. Si acaso el carisma de cada uno chocaba con el del otro.
Por levante fue valiente, sobre todo en el dificultoso remate con la taranta de Pedro el Morato, si no se llega a levantar antes de tiempo, si hubiera redondeado los ayes finales desde su puesto.
El final por bulerías, que es uno de sus platos fuertes, tampoco estuvo muy conseguido. De todas formas reconocemos el poderío de este cantaor y esperamos que el duende se asome en su próxima aparición.
Ana Morales presenta su obra “De sandalia a tacón”. Sorprende primeramente con una danza (sonido en off) en zapatillas y vestido sedoso volandero, dejando clara su búsqueda orientalista. Su segunda entrega pasa por una introducción de guitarras y una generosa muestra de percusión con udu chileno, para pasar a un tremendo zapateado, que Ana bellamente hilvana sin abandonar lo asiático.
Sus músicos proponen una caña muy rítmica con el ayeo a dos voces. Ni Moi de Morón ni Antonio Campos se sienten a gusto en este cante. ¿Será por las guitarras tan turbias? ¿Será porque el duende seguía escondido?
Para las alegrías, llega la bailaora con vestido blanquísimo de cola con ribetes rojos. Es donde se le ve más acertada y con pellizco.
Nuevamente su cuadro se acelera en una seguiriya. Sin novedad.
Terminan por bulerías. Como si fuera un fin de fiestas, todos en pie a boca de escenario proponen una fiesta que la bailaora catalana tan sólo apunta.
* El Galli en la foto (extraída de su facebook).
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