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volandovengo

Los Reyes

Los Reyes

Creía que lo sabía. Desde hace más tiempo del que recuerdo sé que los Reyes son los padres. Y después, tu pareja, tus amigos o tú mismo.

Yo, la verdad, ya no espero nada. Hace años que no me encuentro el espíritu navideño por ningún lado. Y esta carencia de fe se vuelve el comienzo de una espiral, en el eslabón de un círculo vicioso que tiene mucho que ver con la negación de la negación.

No suelo regalar, no me suelen regalar. Es un acuerdo tácito, es una carta abierta para nadie, es un mensaje en una botella anclada en el fondo.

Al igual que no me mueven banderas ni tambores ni un balón ni un toro; la fiesta institucionalizada, las convenciones o aniversarios, tampoco me desvelan. La Navidad es un periodo deprimente en el que se ensalzan los valores que el resto del año están escondidos. La farsa y la mentira florecen detrás de forzadas sonrisas.

Hay quién cree en estas fiestas, hay quien siente ese espíritu, hay gloriosos ejemplos (quizá muchos y mi queja sea mas individualizada de lo que pienso). Aleluya por esa gente. Son realmente envidiables.

Y en esas estoy. La depresión no me suelta. Pero tengo un hijo, como sabéis. Y su ilusión me ilusiona y su alegría me alegra y su amor me enamora...

Poco espero. Creía que lo sabía. Pero mi niño pidió a los Reyes para mí, para su madre y sus abuelos y para los pobres.

Lo conté hace unos meses. En una boda gitana me "partieron" la camisa. Negra. Me gustaba. Juan recordaba la anécdota y pensó que los Magos podían traerle a su padre otra igual.

Su padre, que soy yo, se vio obligado a buscar una camisa y autoregalársela en nombre de los Reyes, que venían en nombre de mi hijo.

De rebote también he recibido un libro y un mp4. Lo que me ha llevado a pensar que los Reyes Magos sí que existen, que los padres, los amigos, etc. le echamos una mano, fomentamos su leyenda.

Ahora veo huellas de camello en la entrada de mi casa, cuando Juan razona que si a mí me han traído la camisa negra a cada pobre le han tenido que regalar un cheque de mil euros.

4 comentarios

volandovengo -

Es lo que tiene. Nuestros hijos nos hacen un poco ser menos nosotros mismos y, sin querer, ganamos en sensibilidad. Echaré la cantimplora cuando os visite.

n0n0 -

Pues si, los hijos nos devuelven al "camino recto", nos hacen replanteanos nuestras convicciones y al final creo les damos mitad de cada, de lo nuestro y de lo que nos rodea.
He de recononer como descreido que soy y me conoces, que me lo he pasado bien con Pablo en lacabalgata de esos barbudos de pega, reclamando la lluvia de caramelos sin gluten como todos, su risa compensa nuestra tendencia antinavideña.

Felicidades por los regalos y un abrazo desde la tierra del lagarto.

volandovengo -

El mío a diario.

jess -

los niños, más de una vez, nos dán buenas lecciones