Andaba yo asociado al Grupo Al Andalus, cuando su ambición era tan grande como su voluntad, trabajando en su empresa de diseño (Trazo), junto a Nono Guirado, cuando me ofrecieron prologar un libro de recetas de cocina que aportaría el jefe de cocina de La Colina de Almanzora, el restaurante de tradición andalusí que gestionaba dicha agrupación empresarial.
Mi trabajo y mi afán fue creciendo hasta hacer de estos preliminares un estudio en toda regla y extensión, que, trocando la propuesta primigenia, se ilustraría con las recetas exclusivas de este cocinero. Así nació el pequeño libro Herencia de la cocina andalusí, publicado en el año 2000 por la desaparecida Fundación Al Andalus, respaldada igualmente por dicho holding.
Al tiempo, quise colaborar de nuevo con la exquisitez de La Colina, cuando su caída y desaparición se empezaban a vislumbrar (finalmente, sus deudas y mala gestión precipitaron su ocaso). Aporté varias ideas, sobre todo de estilo y ambientación, que redundaban en su elegancia y detalle.
Una de estas sugerencias fueron unas tarjetas que acompañarían los platos más señalados con una pequeña historia, apócrifa, desde luego, sobre dicho guiso o pitanza.
Fui escribiendo los pequeños cuentos, pero cuando los presenté ya era tarde, el restaurante había desaparecido. Hace poco rescaté los apócrifos, no obstante, para presentarlas a un concurso de cocina, bajo el rebuscado título de Anecdotario apócrifo de recetas andalusíes, cuyo premio consistía en una comida para veinte (mi padre opinaba si no sería mejor veinte comidas para uno). Como acostumbro: llegué, vi y no vencí. Es decir, me quedé a dos velas y sin el fiestorro que pensaba pegarme con un puñado de amigos.
Me apetece, sin embargo, poco a poco, compartir algunas de estas "anécdotas" con mis pacientes lectores, bajo la nueva temática (más pretenciosa de lo que supone) de Apócrifos. Así, doy comienzo al
Paté de faisán
Entre las aves de corral, quizá la más apreciada en toda la Península, estaba el faisán.
Aunque no está documentado que los habitantes de al Andalus cebaran con grano e higos a ocas, gansos y faisanes para saborear el delicioso paté de hígado atrofiado, se sabe que esta práctica venía haciendo las delicias desde el antiguo Egipto, Grecia o Roma.
Cuentan algunos historiadores a la sazón que el viajero valenciano Ibn Chovair (S. XIII), portaba, entre sus imprescindibles enseres, un corralón de faisanes como dádiva alimenticia, siempre fresca, de heraldo bien nacido.