Poesía independiente
En Granada hay tantos poetas como músicos en La Habana. Desde siempre he estado rodeado de ellos (incluso he jugado alguna ves a ser uno de estos componedores de versos). Pero siempre, casi siempre, la poesía ha sido endógena, del pueblo, independiente y casi anónima. Cuando la poesía se oficializa o sale de una institución, de la Universidad, entra a formar parte de una gran mentira.
"Por las tabernas y burdeles de Beirut malvivo", poetizaba el vate Cavafis. "Estoy enamorado de mí, hay tantas cosas en mí que son tan deliciosas", escribía Whitman en el eterno Hojas de hierba.
La poesía es íntima. De pequeñas reuniones (que pueden ser de dos) o para saborearla en solitario. Aunque la poesía leída, la poesía escuchada (y a veces musicada) tiene un doble valor, tiene un eco impagable. Sentir su ritmo, su melodía, el ímpetu de las palabras o dejarse meced con la cadencia de un verso es uno de los placeres aún no catalogados (los rusos saben de lo que estoy hablando).
Todos los lunes, en el café Anaïs, de Granada (hay que especificar, pues, asombrósamente, tengo fieles lectores en Chile, Suecia o Italia) se lee poesía. Los martes tenemos recitadores en la Cuadra Dorada, en la Casa de los Tiros. Los miércoles o jueves de este otoño, los compañeros de Letra Clara desnudan sus poemas en la sede de la Fundación Rodríguez-Acosta (Callejón Niño del Royo, 8). Bajo el título "Fundación de Versos", hoy, día 18, a las 19:30, presentarán sus composiciones los poetas Antonia Ortega Urbano y Alejandro Pedregosa.
(El jueves 23 de noviembre, la "Fundación de Versos" presenta a Trinidad Gan y Ramón Repiso y el jueves 18 de enero a Juan Varo y Virgilio Cara.)
El resto de la semana, también hay poesía en La Tertulia, en el Liberia... no sé. No todo es tomar cerveza o ver el fútbol o ir al cine.