Blogia
volandovengo

Flamenco

Saeteros granadinos

Saeteros granadinos

Reconozco mi desconocimiento cofrade, rayano en la aversión. El contacto más directo con la Semana Santa en mi ciudad fue una vez que salí de costalero llevando a la borriquilla. De eso puede hacer más de treinta años; cuando pagaban por tal menester. Necesitábamos dinero para comprar tiendas de campaña de cara al verano.

Por lo demás, mi vocación sólo entronca con el cante particular de esos días y su componente flamenco. Pues la saeta era un cántico popular extendido por toda España que se dirige a las imágenes de los distintos pasos. A principios del siglo XX se aflamencó por nuestras tierras, cantándose por seguiriyas, por martinetes o por carceleras.

La saeta es copla de cuatro o cinco versos octosíla­bos, sin acompañamiento, aunque en las grabaciones discográfi­cas suele presentarse con el fondo musical de la marcha religiosa, principalmente la producida por el tambor y las trom­petas; a veces se ha grabado también con acompañamiento o fondo de guitarra.

Curro Andrés, el primer aficionado granadino, lleva mucho tiempo en estas lides. Semanasantero, saetero y flamenco, como pocos, organiza cada año una muestra de ‘exaltación de la saeta’ con sus alumnos en un templo de la ciudad. Este año se han lanzado a la grabación de un disco que se presentó en el teatro Alhambra el día de ayer, martes 12 de febrero.

La primera constancia, e indignación por parte del organizador, fue la poca asistencia, apenas un tercio de la sala. Hubo literalmente más actuantes que público entregado. Incomprensible en una ciudad llena de cofrades, de flamencos y de amigos.

Dos bandas, con sus marchas procesionales, se iban alternando con los cantaores. En la primera parte, dedicada a los Cristos, la Banda del Dulce Nombre de Santo Domingo puso la alternancia musical. Interpretaron el Oh, pecador, Meditación, El señor de la Cañilla, Consuelo gitano y La saeta. La segunda parte, cantándole a las vírgenes, estuvo ilustrada por la Banda Municipal de la Zubia, con su directora Maria Trinidad Montes Martín, que expusieron: la Macarena, Hosanna in ExcelsisVirgen de las Maravillas, Madrugada de la de la Macaren y otra versión de La saeta.

Los cantaores, con voces reconocidas y buen arrojo, fueron, antes del descanso, Fernando Reinoso, que le cantó al Cristo de los Favores; Anabel Collado, al Padre de la Amargura; Gilberto de la Luz, al Cristo de la Humildad; Marta ‘La Niña’, al Señor de la Inspiración; Jesús Zafra, al Señor del Rescate; y María Gómez, con la voz bastante tomada, al Cristo de la Misericordia.

La segunda parte fue protagonizada por Alicia Morales, cantándole a la Virgen de la Victoria; Tomás García, con carraspeo en la garganta, a la Virgen de la Amargura; Azahara María, a la Virgen de la Alhambra por carceleras; Cristián Delgado, a la Virgen de la Esperanza; Iván Centenillo, a la Virgen de la Aurora, también por carceleras; y una enorme Sonia Leyva, a la Virgen de la Soledad.

He aquí el buen y variado estado de nuestros saeteros. Un buen recorrido, un buen repertorio, con algunas ausencias por enfermedad o lejanía, como la de Ana Mochón, Jesús de María y Aroa Palomo. 

* Curro Andrés, artífice del proyecto, en la foto.

La hija y su camino

La hija y su camino

Estrella Morente no es sólo la hija de su padre, sino también la hija de Granada, por su nacimiento, por el cariño que le profesa su paisanaje y por la voluntad que ella pone en arrellanarse en su regazo.

Como tal hija llegó a su madre a vaciarse y a triunfar, a llorar por la ausencia y a reír por el presente, puerta indiscutible del futuro. Granada, como buena madre, se muestra incondicional, emocionada, llorosa y permisiva, a pesar del precio sensiblemente elevado de su presencia.

Con todo y con eso, novecientas almas (medio aforo) caldearon la sala García Lorca del Palacio de Congresos el pasado viernes. Con todo y con eso, los demas hijos de la ciudad (¿sus hermanos?) se mostraron también generosos y llenos de orgullo por su princesa.

Ella, puesta a agradar, concibe una puesta en escena grandilocuente y comparece bien arropada (excesivamente, para mi gusto). Luces, humo, decibelios… La expectación está creada.

Un primoroso disco de estudio, Autorretrato, se va desmenuzando con el hándicap de remedar la excelencia de la grabación, con la tranquilidad de contar con un directo fresco y un pasado de escena.

La concesión al flamenco, lo sabemos, no es otra que la concedida al son cubano, al pop, al jazz… Son los caminos de Estrella, más que una búsqueda un destino, donde la sombra de Enrique planea.

Estrella sube a las tablas desde el patio de butacas, mientras los acordes de Michel Nyman en off apoteósicamente la reciben. Recorre los muchos metros que la separan de sus músicos desde la puerta del fondo, dándose un baño de gentes, de sus hermanos que la aclaman. (Se irá de igual manera.)

Su cuadro toma la iniciativa y el piano y el bajo eléctricos sustituyen al músico inglés para acompañar a la granadina en su decir del Pregón de las moras, para seguir con el hermoso siguiente tema sinfónico, Le di caza al alcance, un poema de san Juan de la Cruz, musicado por Michel Nyman. Una joya que en directo no desmerece.

Relajado. Con buen presencia de ánimo me dispongo a escuchar La Habanera Imposible de Carlos Cano con aires buleros y coda final, aunque las guitarras de los Carbonell no son la misma que la de Vicente Amigo que interviene en el trabajo discográfico.

La parte más flamenca del espectáculo vino con la soleá-petenera, con unas granaínas muy de su gusto, y con las enormes Seguiriyas de la Verdad, llenas de esos pellizcos y juegos vocales, de mediotonos y acentos, rubricados por los Morente.

Un solo de percusión y después un potpurrí en la guitarra de Montoyita que desemboca en La Estrella, de Enrique, dan tiempo a la artista para que se cambie. De un blanco impecable aborda con emoción este legado de su padre, que es su recuerdo, pero también es ella.

En un sueño viniste también es heredado de su padre. Este gran poema de Al-Mutamid de Sevilla, en traducción de Miguel Haguerty, lo grabó Morente en 1983 (Cruz y Luna) y ahora es cien veces versionado.

Y de la canción flamenca pasa a las sevillanas. A Lola Fores recoge algunos éxitos de la jerezana y de su hijo Antonio. Y de la capital hispalense desemboca en cuba con una rumba que corean cuatro voces a sus espaldas, más estridentes que eficaces, más disonantes que alentadoras.

En los tangos se acuerda de su padre. Comienzan por Tienes la cara y acaban bailando, con ese gracejo tan granaíno, por entre el público, su público.

Para terminar vuelve a las tablas con la Canción del Bembón, con la que se despide como la estrella que es.

* Foto: Antonia Ortega©.

Pedro Ricardo Miño, la voz del piano

Pedro Ricardo Miño, la voz del piano

A medio camino entre el guitarreo y el cante se encuentra este pianista sevillano. Sus temas son reconocibles y su concierto de una flamencura indiscutible.

El programa de mano estaba de más en un artista que frasea cada sílaba, cada melisma, con las teclas y sus escalas. De hecho, más de un aficionado, cantaba mentalmente su repertorio, distinguiendo en cada momento, no sólo el palo a que se refería, sino también la letra en sí e incluso al intérprete que lo cantaba.

Comienza por seguiriyas, demostrando desde el principio que su concierto va a ser un lecho de espuma, donde dice lo que dice y se acuerda de los grandes con nombres y apellidos.

Para este primer tema (y para toda la segundad mitad del concierto) se hace acompañar de la precisa percusión de Juan Ruiz, verdadero contrapunto en cada una de las entregas, que va vistiendo al piano que, cuando canta prolongado, se adivina algo desnudo.

La farruca es un homenaje a Antonio Gades. Es tradicional en sus formas, donde oímos incluso el taratrán, aunque al final se aproxima al tango argentino y a compases clásicos cercanos a La violetera.

Divagando es una granaína que resulta algo larga y repetida hasta que se abandola por fandangos del Albaicín, donde parece que el mismo Frasquito alardea de su fuelle.

Igualmente, con los tientos A Pastora, la Niña de los Peines nos entona al oído.

Con la soleá, Taberna de Altozano, regresa el percusionista para hacerle compás. Es quizá la pieza más acertada y profunda, si se puede destacar alguna. Larga en su planteamiento; que va desde la soleá de Frijones hasta la de Triana, con su juguetillo camaroniano de Machaca, machaca, pasando por la de Alcalá o la de El Portugués.

Por alegrías (La Victoria), Pedro Ricardo, cambia el semblante, se muestra completo y se jalea él mismo. Parece que se relaja y agradece cualquier ole que, quizá con tan poco aforo, cueste arrancar. Consigue una sal que le acompañará hasta los postres.

Camino de vuelta son unos fandangos de Huelva enriquecidos con abundancia de notas intermedias; y en las bulerías, Plazuela de Santa Ana, con las que termina el concierto, le hace unas concesiones al jazz antes no sentidas. Esta fiesta final la introduce con toda intención con los acordes de La Estrella de Enrique Morente. A su término explicará la relación que le unía al maestro y lo bien mirado que era en su casa.

En el bis, que casi tuvo que pedir permiso, se asomó al mundo lorquiano y abordó un ’improvisado’ Anda jaleo en compases de seis por ocho. (En realidad, por momentos, su toque de piano es muy de Federico.)

* Instantánea del fotógrafo cordobés Toni Blanco©.

Noche inesperada

Noche inesperada

Ignoraba quién traía a la guitarra. Me acredité en el concierto de El Zambo, en Planta Baja, porque dos días antes me había informado José Manuel Rojas, crítico del diario Ideal de Granada, de su actuación.

No tenía grandes expectativas, pues el jerezano es bueno en lo suyo y los años no pasan en balde. Pero una sucesión de sorpresas me estaban aguardando.

En primer lugar, me encontré al padre de David Carmona diciendo que, después de mucha demanda, su hijo iba a tocarle al maestro. Seguidamente vi la sala pobre de expectación lo que en parte está bien por la privacidad que impone el concierto, pero sobre todo estaba mal por el artista, por el local, por la afición…

Después comprobé que el sonido era impecable, envolvente, bastante cuidado. Y, por último, la sorpresa mayor es que Luis el Zambo estuvo inmejorable, a gusto como nunca lo he visto, con la voz nítida y el pellizco continuo.

Luis Fernández Soto es uno de los personajes, nacidos en Jerez, a tener en cuenta por el timbre de su voz, por el sentido del compás y por el excelente soniquete por bulerías que lo caracteriza.

Así, queriendo saborear la fiesta, no tuve más remedio que destocarme y aplaudir todo el recital que, como digo, fue creciendo y creciendo sin ningún desperdicio.

Raúl, a mi lado, comentaba, después de una primera parte gloriosa, que se podía quedar ahí, que ya estábamos satisfechos, que no se fuera a quebrar en la siguiente entrega… Pero no fue así, como comprobamos. Y, si hubiera una tercera parte o un trasnoche (que lo habría, aunque yo hice mutis tras la última bulería) habrían sido igualmente magistrales, porque, tanto cantaor como tocaor, estaban tocados indiscutiblemente con la varita del duende.

Luis se templó por solea, exponiendo desde ese primer momento sus cartas sobre la mesa, y continuó por tarantas, en donde se lució sobremanera la guitarra que lo arropaba a su lado. David Carmona (Giraldillo revelación 2010), uno de los nombres que verdaderamente dejarán huella en el mundo del flamenco, es un joven guitarrista, serio y trabajador, con un estilo propio, que parte de las enseñanzas de Manolo Sanlúcar, para posicionarse a años luz de cualquier artista de las seis cuerdas de su generación. Siendo músico de concierto y compositor en esencia, también es reconocido y demandado para acompañar al cante y al  baile.

David tiene sus momentos magistrales, pero no le hace sombra al cantaor. Sabe quien es el protagonista y lo lleva por un camino de flores sin pretender que se note el sendero sino el caminante. Una guitarra tan canora y tan flamenca y tan gitana hacía tiempo que no escuchábamos.

Por seguiriyas, el Zambo estuvo sembrado y el estremecimiento fue auténtico. Las ovaciones del público se sucedían y no pararon hasta el final.

Unos naturales y una bulería dieron por finalizada la primera parte.

Por martinetes comenzó la segunda entrega. El artista seguía en su sitio, más templado si cabe, con ganas de lidiar cualquier toro que le echasen. Los tientos-tangos estuvieron llenos de quebrantos y compás, para volver a incidir nuevamente en la soleá y terminar por las bulerías de su dominio.

* Foto de archivo de Paco Sánchez©.

El Cabrero incombustible

El Cabrero incombustible

Hay cantaores que tienen que demostrar su valía cada vez que pisan las tablas de un escenario; hay cantaores que necesitan hacerse con un público cambiante cada vez que actúan; hay cantaores que se reinventan constantemente para seguir en la brecha, para sentir que siempre pueden mostrar algo nuevo. Hay cantaores, sin embargo, que ofrecen lo de siempre porque su público es fiel desde el principio y no espera otra cosa que lo que conoce. Estos cantaores tienen un grupo de seguidores incondicionales que firman tan sólo su imagen. Cantaores que ofrecen algo más; en los que el flamenco, en los que el arte en sí, puede pasar a un segundo plano, porque su oferta es distinta, porque su carisma está por encima del bien y del mal.

Extremo éste que les suele acontecer a las voces peculiares, al creador innato, al artista porque sí, al cantaor comprometido. Y no digo que no sean buenos en lo que hacen, muy al contrario. A veces nos sorprende la eficacia, el pellizco, el juego del duende. Se me ocurre a voz de pronto una decena de nombres que guardan estos requisitos en su haber flamenco, que pueden estar desafinados, aguardentosos, desacompasados… pero serán auténticos, siempre.

Entre estos artistas, con letras de molde, se destaca El Cabrero. El cantaor de Aznalcóllar, Sevilla, fue el encargado de inaugurar ayer, lunes, 25 de febrero, el ciclo Flamenco Viene del Sur en el Teatro Alhambra. El lleno, como acostumbra, fue total; y sus seguidores entregados.

Como es natural, no le hizo caso al programa de mano y se dedicó a improvisar, lo que le pedía el cuerpo, lo que esperaba su gente.

Comenzó por seguiriyas y cabal, para, en segundo término hacer una “alabanza al macho montés” en forma de romance por bulerías, donde muestra su arraigo montaraz.

En las aceleradas soleares sus reivindicaciones, que ya venía apuntando, se evidencian y ‘arremete’ contra el clero y la iglesia, el gobierno y la monarquía, el capital y los señoritos.

La lluvia es un soneto por bulerías de Borges, musicado por Alberto Cortés, que lleva tiempo acompañando al cantaor sevillano en sus giras.

La malagueña y sus abandolaos, que son también comprometidos, dan paso a los fandangos de Alosno, con letras tradicionales, y después su particular homenaje a Manolo Caracol, uno de sus referentes, en su famosa zambra Carcelero, carcelero.

Si se calla el cantor, de Horacio Guaraní, también entra dentro de sus versiones queridas y Pastor de nubes, es la bulería que da nombre a su trabajo discográfico de 2011.

Otro de sus grandes éxitos es Luz de luna, copiado con gran acierto de la recientemente desaparecida Chavela Vargas.

La noche acaba con unos martinetes fuera de tono pero dichos con gran sentimiento, mientras Rafael Rodríguez le marcaba el compás en la guitarra. Rodríguez es un cazador, un malabarista. Quizá sea el único guitarrista que puede seguir a El Cabrero. Con su exactitud, vivacidad y riqueza almohada el cante de su parternaire realzando su brillo.

Fuera de programa, como no podía ser menos, El Cabrero hilvana una gavilla de los fandangos naturales que le han dado fama, y después otra, y después otra, porque “si te gusta el guiso…”.

Las soleares, un problema terminológico

Las soleares, un problema terminológico

La soleá es uno de los cantes básicos del flamenco. Su copla es de tres o cuatro versos octosílabos con rima consonante o asonante, que debió originarse durante el primer tercio del siglo XIX para acompañar al baile por jaleos, pero que con su práctica se fue convirtiendo en un cante con entidad, hasta llegar a ser considerado uno de los estilos esenciales del cante flamenco.

Sus letras responden a una temática muy amplia, generalmente trágicas, con alusiones a la vida, al amor y la muerte.

En rigor, no debe hablarse de la soleá, como se habla de la caña o de la granaína, sino del cante (o baile) por soleá. O por soleares.

Digo ‘por soleares’ y no ‘por soleás’.

Muy extendido entre los flamencos es nombrar la frecuencia de soleares como soleás, a veces indistintamente, a veces confundiendo los términos como si fueran dos productos distintos, dos cantes diferentes que provienen de una misma raíz.

No sé si el establecimiento de la voz popular estará tan extendido que no se pueda erradicar, pero, para que conste, diré que el plural de soleá es soleares (según las reglas de nuestra lengua) y que soleás no existe.

Supongo que quien lo utiliza y quiere seguir utilizándolo puede hacerlo. También hay quien dice sofales o sofases en vez de sofás.

* Dibujo del artista granadino David Zaafra.

Bojaira

Bojaira

Aunque muy menguado, por problemas de espacio, me imagino, este es el texto que le escribí a Jesús Hernández y que aparece en su disco, Bojaira, de reciente aparición:

No existen varias sensibilidades, sólo tenemos una sensibilidad que se manifiesta de diversas maneras. No hay varias músicas, hay una sola música universal que todo lo agrupa.

En una mente global y abierta, la mixtura de las tendencias es el único camino. Desde que el flamenco es flamenco, el mestizaje lo ha caracterizado. Ya no hay que pensar en fusiones o sinergias acomodadas, basta con abrir los postigos y aspirar todos los vientos, porque cualquier aroma tiene cabida.

Pero el flamenco no sólo es flexible a los diferentes estilos musicales, sino también a la instrumentación. A la tradicional guitarra pronto se le unió el cajón y otras percusiones. Y, como con vaselina, también admitió el saxo y la travesera, la batería y el contrabajo, el violín y el piano.

Jesús Hernández, pianista de jazz, parte en este trabajo del flamenco para desembocar en su propio lenguaje, en una suerte de fusión tan natural como personificada, en la que también encuentran sentido las incursiones en la música clásica (Bach) o en los ritmos caribeños.

El piano flamenco muchas veces trata de remedar a la guitarra y sus falsetas, sus escalas y trémolos. El piano de Jesús es simplemente piano que, con sus teclas bicolor, va proponiendo toda una gama de formas del arte jondo, que van desde la seguiriya a la colombiana, pasando por la granaína, la bulería, los tangos o las cantiñas.

En Bojaira, Hernández, parte de un flamenco reconocible, para desembocar en los senderos versátiles del jazz, donde la pura improvisación tiene un especial protagonismo, al igual que se imbrican el cante, las palmas o el zapateado flamencos.

Más adelante, cuando le dé unas cuantas vueltas más al disco, volveré a insistir sobre este trabajo realmente preciosista.

Incertidumbre

Incertidumbre

Lleno de compás y buenas intenciones es este primer trabajo discográfico del cantaor Iván Vílchez ‘Centenillo’, que presentó el sábado 9 de febrero en la peña de La Platería.

El disco, más que una carta de presentación, es una declaración de intenciones. Centenillo lleva el cante a su terreno, como tantos cantaores granadinos han sabido hacer, y lo adapta a sus melismas. Queriendo ser novedoso, se aferra por derecho en las viejas fraguas donde las gargantas se llenan de ecos dramáticos o de fiesta.

Incertidumbre porque emprende un camino, al que es llamado desde antiguo, y desconoce su paradero. Incertidumbre porque siembra, aunque la cosecha es incierta. Incertidumbre porque viaja ligero de equipaje pero con cien sones que le acompañan.

El recital fue una muestra prolongada de estas ganas de exponer parte de sui ‘cosecha’. Para ello cuenta con las guitarras del maestro Alfredo Mesa, en la segunda parte, y del soniquete flamenquísimo de José Fernández, en la primera, que le acompañan en el disco junto a algunos más de los jóvenes tocaores granadinos; y, a la percusión, su hermano Manuel Vílchez, muestra su latido indispensable.

Iván comienza precisamente con Incertidumbre, la malagueña, de autoría propia, que le da nombre al trabajo discográfico. Para este primer corte los nervios se imponen y evitan su redondeo. Tiene que cantar por marianas, una de las piezas más interesantes del disco, para soltarse y demostrar una estatura que prestigia con unos tanguillos que terminarán por serle identitarios, a pesar de su influencia de Chano Lobato o su letrilla del legendario Chorrohumo.

Centenillo avanza con los años, es lógico, pero sus pasos bien alargados lo particulariza. Es estudioso, trabajador y respeta a sus mayores, a quienes no les niega consejo aunque sea gratuito. Sus mentores directos, Curro Albaycín y Curro Andrés, presentes en el acto y colaboradores en su entrega.

Es precisamente el gitano rubio quien le acompaña en María Dolores, un bolero con ritmo de bulerías. Después presenta El muletilla, una copla flamenca que cantaba en su tiempo Juanito Valderrama.

La segunda parte, ya con Alfredo Mesa a la guitarra, comienza por granaínas. Le siguen unos alargados fandangos del Albaycín, demostrando su dominio en los cantes festeros. A continuación, sin fisuras, acompañado nuevamente por Curro (parte de la letra suya), aborda los tangos de Granada. Termina por cuplé, otra de las propuestas que le hacen ser quien es, acompañándolo de un poquito de baile.

Para el fin de fiestas por bulerías, le arroparán los dos Curros y gran parte de los flamencos que asistieron a la Peña.

Flamenco en el Sur

Flamenco en el Sur

Al paso que vamos, el nombre del ciclo de “Flamenco Viene del Sur” va a ser una exclusiva, una opción, un deseo, pues el flamenco ya mismo vendrá del norte. Flamenco se oye en todos los puntos cardinales e incluso hay intérpretes, y buenos intérpretes, en otros países, como Japón, Francia, Holanda, Sudamérica o Israel.

Además, nuestros flamencos no sólo cruzan habitualmente las fronteras españolas, sino que están deseando traspasarlas, por la aceptación y sobre todo por la bondad de trato de la vecindad del resto del globo. Tanto es así, que dentro de unos años, para ver buen flamenco, vamos a tener que ir a París, Milán o Nueva York.

Pero, hoy por hoy, ya tenemos un programa decente para disfrutar este año incierto (hasta hace poco pensaba que, por falta de presupuesto, este ciclo de la Junta de Andalucía se iba a suspender).

A Granada vendrán nueve espectáculos, que en proporción está más que bien, teniendo en cuenta los 34 que se distribuirán por toda la región. Y puede que este año la participación granadina sea más “evidente” (lo pongo entre comillas porque, entre protagonistas y segundones, quizá lleguemos a la ridiculez media docena entre los casi doscientos artistas que intervendrán a lo largo de estos días).

Directamente a Granada vendrá la Compañía de Manuel Liñán, el 29 de abril, con la obra Sinergia. El granadino Liñán es uno de los grandes bailaores o coreógrafos de España. Respetado por el público y reclamado por sus compañeros.

El día 8 de abril tendremos la Compañía de Ana Calí con su montaje De cobre y lunares, una obra basada en los cantes y bailes, pasado y presente, del Sacromonte. Ana es una corredora de fondo del baile granadino. Dentro de su profesionalidad, entrega y exquisitez nunca ha tenido suerte. Trabajadora desde la base, cualquiera de sus pasos rezuman sudor.

En Punta Umbría, el 9 de marzo, La Moneta, posiblemente la mejor bailaora de su generación, presentará Extremo jondo; y en Málaga, Miguel Ángel Cortés, el 6 de marzo, interpretará El calvario de un genio.

Por último, si consideramos tan granadino a Rafael Amargo como a Cortés, estará en Sevilla, el 5 de marzo, junto a Diego Amador, Arturo Pareja-Obregón y Laura Gallego haciendo Cuatro lunas.

Aparte de estos nombres con función propia, indirectamente, entre los cuadros o los cuerpos de baile, puede que hallemos personajes como Antonio Campos, para cerrar el ciclo granadino, el 13 de mayo, en la Compañía de Rafaela Carrasco, con la obra De un momento a otro; o a Patricia Guerrero acompañando a Rubén Olmo en el Ballet Flamenco de Andalucía, en las ciudades de Almería, Jaén, Linares y Córdoba.

Otras fechas para Granada (todas en el Teatro Alhambra) son el 25 de febrero, día de comienzo, con un recital de El Cabrero; el 4 de marzo, concierto del guitarrista Pedro Ricardo Miño; el 11 de marzo la Compañía flamenca de Isabel Bayón presentará En la horma de sus zapatos; el 1 de abril, el gran guitarrista Dani de Morón, mostrará su nuevo disco: Cambio de sentido; el 22 de abril, tendremos al veterano bailaor malagueño Carrete, que vendrá con Mª Ángeles Gabaldón como artista invitada; y el 6 de mayo, José Valencia, dará el recital de cante Solo flamenco.

 

Cuando viene de la costa

Cuando viene de la costa

Uno de los territorios a tener en cuenta en nuestro flamenco es la costa granadina. El flamenco de la costa no está tan influido por los cantes tradicionales de la capital ni tan mediatizado por el barrio del Sacromonte y su paisanaje.

Destacan las zonas de Almuñécar, Salobreña y sobre todo Motril, que tienen más arraigo con el flamenco almeriense o malagueño que el de su propia ciudad. Incluso poseen su propio fandango, que está bien alejado del de Granada (si es que los fandangos en sí pueden estar alejados).

En la costa, el flamenco es más de afición. Muchos cantan y lo hacen bien y no por eso se consideran artistas.

David Maldonado, David de la Jacoba, toma su nombre artístico de su abuela. La afición le viene de familia y se formó en Madrid. Allí acompañó a Joaquín Cortés cantándole al baile, pero también a tres de los guitarristas más grandes de este país: los almerienses Niño Josele y Tomatito, y el internacional Paco Lucía.

Su voz es laína en exceso, su decir añejo y su deje camaroniano. Le arropa con la guitarra su hermano mayor Carlos de la Jacoba. Una guitarra precisa y gitana, llena de pellizco; que goza de una parquedad sobresaliente, sólo da los toques necesarios, sabe que su papel es el de acompañar y almohada el cante como pocos.

Uno y otro, sin aspavientos, hicieron pasar en la Peña de La Platería una noche agradabilísima.

David comenzó con unas alegrías, que introdujo con un poquito por romances, donde Carlos sólo apuntaba de vez en vez con su guitarra. Continuaron con malagueñas y abandolaos, que resultaron ser granaínas con tono de malagueñas. Los tientos fueron agradecidos y arrancaron oles sinceros. Su remate por tangos fue breve, sin querer aprovechar el tobogán festero, que más de uno lo hace interminable. Como breve fue el poquito por soleá, sólo dos letras, con que remató la primera parte. Curioso y sentido final para el ecuador de un recital.

En la segunda parte entré ya empezado. La segunda pieza fueron unas seguiriyas muy de raíz. No llegué a interesarme por el primer cante que con la misma valentía y color interpretaron los motrileños. Por levante también fue un ejemplo de buen hacer y dominio del estilo libre. Culminaron por bulerías, que fueron realmente una guinda.

Antes de hacer mutis, sin embargo, nos dejaron un par de fandangos naturales.

El triunfo de una rosa

El triunfo de una rosa

61 Festival Internacional de Música y Danza de Granada

Rosa, metal, ceniza

Si me dieran a elegir con los dedos de una mano mis preferencias entre las bailaoras del momento no dudaría en señalar a Olga Pericet (recién elegida como Mejor Bailaora del año 2011 por la Asociación Nacional de Críticos de Flamenco).

El Isabel la Católica se llenó durante la velada del sábado 30, pero no estaba abarrotado como cabría esperar. El teatro es relativamente menudo comparado con otros foros dentro del Festival y los huecos, para obras de calidad, son incomprensibles (quizá aún no se conozca esta bailaora en nuestra tierra o se siga prefiriendo el “made in” que no deja de ser la cabeza retorcida de un ratón).

Tres, cuatro, cinco veces he visto y admirado a esta bailaora cordobesa en Granada, y en Madrid (que es la Corte), y siempre me ha dejado ese sabor de boca rayano en el platonismo. Su baile, de excelencia, está lleno de propuestas, de riesgo y de desparpajo, hasta hacer de su cuerpo, bello y menudo, un objeto de deseo, la figura sensible de una fina porcelana.

En su primera obra en solitario, Rosa, metal, ceniza, quiere dejar sentado que este no es camino fácil, que la danza florece como la flor, pero es dura como el metal y efímera como el fuego que se extingue y vuelve a renacer.

Con una formación más que demostrada en el baile clásico y el flamenco, Olga va hilvanando un espectáculo lleno de sugerencias y concesiones sin límites hacia lo contemporáneo, que se materializa en el bailarín invitado Paco Villalta que, con su presencia o como sombra latente, sirve de tácito hilo conductor de toda la obra, quien la abre y se presenta con el clásico sonido en off del Romance a Córdoba, mientras la bailaora, hierática, como muñeca rota, descansa sentada a la izquierda y sólo comienza a interactuar con él hasta quedarse sola con su vestido corto de volantes y sus palillos, herencia de la escuela española, y los compases de Córdoba de Isaac Albéniz, reivindicando una vez más su cuna.

Unas milongas de Pepe Marchena son interpretadas con sentimiento por el camaronero José Ángel Carmona, uno de los tres cantaores, que aflamenca la función y da paso a las cantiñas, cuando se hace fiesta a los postres. La bailaora cordobesa, con gran mantón y estilo, establece su dominio, permitiéndose ralentizar las escobillas y sofisticando los remates.

Una doble cortina de cuerda dorada hace de fondo móvil, cobrando vida propia y adquiriendo ese onírico protagonismo que Olga nos plantea. Hasta aquí la Rosa.

La segunda parte, el Metal, comienza por levante. Miguel Ortega, poderoso y seguro, con Manuel Patino a la guitarra seducen por tarantas, para imbricarse rápidamente por seguiriyas y tonás, donde el jerezano Miguel Lavi muestra su magisterio y una sombra asaz alargada. Pericet quita todo dramatismo a esta pieza, que se muestra acelerada, y se deja llevar por los últimos quejidos de Lavi que casi lo toca hasta que Villalta la toma en volandas y hace mutis inesperadamente. Estos momentos quebrados a modo de ensayo improviso desconciertan al espectador y rompen el sentido maleable de la obra, como cuando el bailarín interpreta una pieza marchenera que se entrecorta.

Uno de los momentos más aplaudidos de la noche comienza con los acordes de una mandola (Carmona), al que se le unen las guitarras sabias de Antonia Jiménez y Patino. Son unas bulerías al puro estilo que aborda con fuerza y salero el bailaor invitado Jesús Fernández.

La sombra de la ceniza es el paso a dos que bellamente interpretan Pericet, con bata negra de cola, y Villalta. Es emocionante y un gran preludio a la traca final por soleares apolás y petenera, donde la bailaora demuestra su altura flamenca, su largueza y su proyección.

* Foto promocional del espectáculo

La voz rota de Carmen Linares

La voz rota de Carmen Linares

61 Festival Internacional de Música y Danza de Granada

Lleva bastante tiempo Carmen Linares con la voz afectada. Quizá algún día la forzara demasiado y ya no hubo marcha atrás. Desde hace algunos años sus apariciones tienen más de carismático que de estilismo.

El martes 26, en el Palacio de Carlos V, después de haber recibido la medalla de honor por el Festival de Música y Danza de Granada en reconocimiento a su trayectoria y su vinculación con el festival, tuvo una actuación memorable, más por lo que representaba, como ya digo, que por la precisión en su entrega.

Bajo el título de Ensayo flamenco 2012, estrenado en Jerez y en Madrid, la cantaora jienense ha recopilado a los poetas que le han servido de inspiración a lo largo de sus grabaciones, acordándose de los imprescindibles Lorca, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez y Rafael Alberti, pero también de los contemporáneos José Ángel Valente y José Luis Ortiz Nuevo, creando un concierto tan intelectual como intimista donde se arropa con las guitarras de Salvador Gutiérrez y Eduardo Pacheco y la percusión de Antonio Coronel o tan sólo del piano soberbio de Pablo Suárez. También se apoya en las voces y el compás de Ana María González y Rosario Amador, sobre todo en la fiesta.

Con una generosa introducción musical, rematada por fandangos, entra en escena Carmen Linares con La luz que a mí me alumbraba de Ortiz Nuevo. Se asoma al cante de minas, principiado con piano y culminado por rondeñas, versionando El niño yuntero de Miguel Hernández.

Apuesta, como hizo Morente, una amplia concesión al cante libre, aflamencado, ejemplarizados completamente con dos temas desnudos también de Hernández, acompañados exclusivamente con piano, como si fuera un diálogo continuo: Mis ojos sin tus ojos, donde se acerca a la copla, y Casida del sediento.

El piano continúa como un latido haciendo tonás de otro poema del maestro de Orihela, El sol, la rosa y el niño, que ya grabara en La Luna en el río con Gerardo Núñez, en 1996, pero en aquella ocasión por bulerías.

Pero no es hasta las granaínas lorquianas Asesinado por el cielo (aunque estaban más cercanas a las malagueñas), rematadas con abandolaos, cuando la cantaora templa su voz y vindica sus dominios. A este tema le acompaña la estrella invitada Belén Maya que, con su baile minimalista y simbólico, ilustra a la perfección el desgarro del poeta granadino.

Ya, desde el pescante de la diligencia, Carmen va llevando el concierto por donde quiere y, aunque en las subidas la voz tiende a traicionarla, sus tablas y prestigio, triunfa en su periplo.

Por alegrías entonará Remembranzas de Juan Ramón Jiménez, incluido en Raíces y alas (2008) y Moguer por Huelva, que en este mismo disco se llamó Auroras de Moguer.

El final se va acercando con algunas canciones por bulerías: el fabuloso Quiero tú nombre olvidar, de Vainica doble, incluido en Un ramito de locura (2002), y Se equivoco la paloma de Alberti.

Las Bulerías lorquianas principian con Baladilla de los tres ríos y terminan con Anda jaleo.

Acaba el concierto con In pace por seguiriyas, tema que cierra Un ramito de locura y que baila también, con su perfecta plasticidad, Belén Maya.

* Foto de Ana Palma© para deflamenco.com.

Un buen potaje

Un buen potaje

FEX

El FEX es la extensión popular del Festival Internacional de Música y Danza de Granada que tiene a bien, desde un comienzo, ofertar espectáculos flamencos en su programa. Es completamente gratuito hasta completar aforo, aunque, para espectáculos de gran demanda, se procura elegir un escenario sin limitación de plazas, como en este caso la Huerta de San Vicente donde pudimos contemplar el regreso a su patria chica de Juan Habichuela Nieto, afincado en Madrid desde primeros de año.

Con nuevo look e igual entrega, bajo el título común de A mi Sacromonte, el guitarrista más joven de la saga Habichuela anticipó, sin querer decirlo claramente, algunas de las piezas que compondrán su primer disco, Algo distinto, en el cual trabaja actualmente.

Con bastante expectación (en primera fila su familia), entendidos y aficionados granadinos y visitantes acudimos a presenciar el buen hacer de este chico que es como algo nuestro, al que vimos crecer, evolucionar y revolucionar la guitarra en sus manos.

Su afición, su ensayo continuo, su sentido musical y su cabeza despejada han ido forjando a un intérprete sin fisuras. El rasgueo, propio de su familia, es envidiable; su técnica y velocidad, increíbles; sus silencios, un tesoro. Quizá, sin embargo, le falte variedad en la armonización de sus creaciones.

Tenemos así un artista vertiginoso y limpio. Quizá –el tiempo lo dirá- el mejor Habichuela de concierto de la historia.

El sábado 24, como digo, lo pudimos ver en escena acompañado por la percusión precisa de ‘El Luky’, el piano de Alberto Raya y las palmas de su hermana y su cuñado, Eloy y Macarena Habichuela.

En solitario, lo que fue de agradecer, comenzó por rondeñas (Mis adentros) y por tarantas (Bordón minero), donde las escalas y el aprovechamiento del mástil hasta el hueco de la caja lo distingue. El resto del grupo se le incorpora desde la soleá (Patu Cascarillas). Los impagables tangos (Algo distinto) que le dan nombre al futuro disco, tienen todo el sabor sacromontano y el exclusivo soniquete Habichuela

Las aceleradas bulerías (Barquerela) dan paso a una bella balada (Matu ostalinda), que justifican por fin la presencia del teclado, fuera de lugar en el resto del espectáculo. Termina el concierto con el Anda jaleo, homenajeando a Lorca en lo que fue su casa.

* Foto de Antonia Ortega Urbano©.

Pequeña historia de una decepción

Pequeña historia de una decepción

No entré en la primera parte, pero me dijeron que no me perdí nada, que vino a cumplir, que hizo tan sólo tres cantes, soleá, fandangos y bulerías, que Juanito Villar ya no era el que era…

Entre las fechas que tenía apuntadas como inexcusables para subir a la peña de La Platería estaba la del 23 de junio, cuando iba a ver por primera vez en directo a un cantaor mítico y a su carismático guitarrista. Sus años pasados en el cuadro de Manuela Carrasco y su paso alante lleno de fuerza y compás lo elevaban al olimpo de los grandes. Pero –no es la primera vez que pasa, también ocurrió con la Macanita- cuando un cantaor del supuesto triángulo del cante acude a ‘provincias’, se relaja como diciendo que en oriente no entendemos, que con un mínimo esfuerzo triunfan, que con su sólo nombre ya es bastante…

Y el resultado: un concierto cogido por los pelos, dando menos de lo justo, sin generosidad y con prisas.

La segunda parte –ya con un toque de atención- comenzó por seguiriyas, después alegrías, tangos y bulerías, antes de pasarle el testigo a su hijo, que también se fue por bulerías y que con su grito de cante cortado hizo que su padre brillara un poco más.

Una noche que decepcionó a excepción de la guitarra del Niño Jero que cumplió con su toque jerezano y el compás sin igual de un cantaor formado para el baile.

Va a tener razón Gamboa cuando afirmaba que hay cantaores que saben lo que cantan y cantaores que cantan lo que saben.

* Foto de Paco Sánchez©.

Flamenco itinerante

Flamenco itinerante

La Diputación, dentro del ciclo Hablamos de…, presentó el pasado día 15 en el Palacio Condes de Gabia el Circuito de programación provincial Diputación de Granada 2012, en el que algunos jóvenes de nuestros flamencos, a los que se pretende promocionar, recorren la provincia ofreciendo su buen hacer.

El proyecto corresponde al marco Es.flamenco que la Delegación de Cultura lleva con tanto acierto desde primeros de año, y que incluye tres espectáculos flamencos que giran alrededor de la guitarra, el baile y el cante, bajo los títulos de: aGuitarra2,  Flamenco+flamenco y Primera parada respectivamente.

Los protagonistas de esta historia son Alicia Morales, Iván Centenillo y Cristian Delgado al cante; Jorge Espejo y José Fernández a la guitarra; Agustín Barajas y María Sánchez al baile; y Manuel Vílchez y Cheíto a la percusión.

El circuito empezó, como digo, ese día con una muestra descafeinada de dichos espectáculos, a excepción del baile, pues las limitaciones de espacio lo impidieron.

Espero que en los oficiales encuentros en las distintas poblaciones suenen con más profesión. Una de las guitarras andaba desafinada; uno de los cantaores tenía la voz afectada; y los percusionistas, si no estaban dormidos, simplemente estaban de sobra. En el conjunto destaco algún comienzo de guitarra y la granaína, levantica y abandolao de Alicia Morales.

Todas las actuaciones serán gratuitas hasta completar aforo y comienzan a las 22 horas. A continuación relaciono las fechas y los municipios de las actuaciones, que también se pueden seguir en el calendario que aparece a la derecha de este blog:

22 de junio (guitarra): CADIAR Salón Mancomunidad de municipios Alpujarra de la Sierra; 23 de junio: PINOS PUENTE (baile) Teatro Municipal; 29 de junio: ARMILLA  (Baile) Teatro Municipal; 30 junio: COGOLLOS DE GUADIX (guitarra) Salón de Audiovisuales; 6 julio: HUESCAR (cante) Teatro,  salón de actos sala juventud; 7 julio: DURCAL (cante) Centro de Día; y 8 julio: CASTILLEJAR (Cante) Teatro Municipal.

Curro Lucena

Curro Lucena

Recientemente, 19 de mayo, el cantaor Curro Lucena fue nombrado Hijo Adoptivo de Ronda 2012, que, aunque su nombre vindique un origen lucentino, su vida desde hace mucho se desarrolla en esta serrana ciudad de la provincia de Málaga.

Hace años, cuando escribía para la revista Acordes de Flamenco, tuve el gusto de tratar con él para introducir su perfil en un apartado que di en llamar "Los Olvidados del Flamenco", que, en monólogo continuo en primera persona, llegó a incluir a José Balao o a Jaime Heredia, con una acuarela exclusiva de mi compañero Nono Guirado. Corría el año 2007.

Reproduzco a continuación dicho artículo, que principia con unas palabras de su mujer:


"Soy un buen aficionado, me gusta aprenderlo todo"

Olvidado no creo que sea Curro, sino poco reconocido. Yo creo que está todo al revés. Curro está reconocido por los que saben de flamenco, por los flamencólogos. Lo aprecian mucho en Madrid. Pero para el gran público es un desconocido. Está todo al revés.

Yo llevo treinta y cinco años con él y vive en cuerpo y alma para el flamenco. Es muy estudioso. Se pasa el día con los pinganillos puestos escuchando flamenco.

Lo que interesa ahora es el flamenquito. La culpa lo tienen los medios. No está reconocido como se merece.

Ángeles García Domínguez

Mi nombre es Francisco de Paula Luna Navarro, nací en Lucena, provincia de Córdoba, el uno de septiembre, aunque el documento nacional pone que nací el catorce. Mi madre, que es la que mejor sabe cuando nací, dice que fue el uno de septiembre de 1950. En la actualidad, desde el año 74, que regresé de Japón, resido en la bonita ciudad de Ronda. Mi afición al flamenco viene desde muy pequeño, yo con siete u ocho añitos ya cantaba. En un concurso de aficionados en Lucena, con doce años me dieron un tercer premio que consistió en veinte duros de aquel tiempo. Luego me apuntaba a los concursos de saetas de Lucena, de Cabra, de toda aquella zona. Y de la saeta pasé a los demás cantes. Yo, para aprender, me fijaba en las cercanías de Lucena, en Cayetano Muriel, el Niño de Cabra, escuchaba también a los arrieros y a los aficionados en los bares. Me juntaba con la gente mayor allí en Lucena. Me juntaba con los niños para jugar, pero como lo que a mí me tiraba era el cante, siempre estaba rodeado de viejos, de gente mayor. Yo tuve una fatalidad, o sea, yo no lo veo como fatalidad, y es que nací con un defecto en la pierna. Mi madre quería que yo estudiara, porque claro, en aquella época la gente trabajaba en el campo, mis padres trabajaban en el campo, y yo no estaba capacitado para trabajar en el campo. Por eso mi madre desde muy pequeño me puso en los colegios. Pero lo mío no era el colegio. Yo no era buen estudiante. Lo único que estudié fue hasta primero de bachiller. Viendo ella que yo no estudiaba, el único recurso para lo de la pierna era ponerme de zapatero, para aprender el oficio. Estuve de zapatero aprendiendo, luego puse un portal en Lucena por mi cuenta hasta los dieciocho años, que fue cuando me fui para Madrid. Y todo ese tiempo, el cante. Yo no he querido lo de los zapatos, yo lo que he querido toda mi vida ha sido el cante. Ya había ganado yo algunos concursos, como el de Mairena del Alcor, el de Osuna, el de Ronda… Me fui a Madrid y tuve la suerte de encajar en un gran tablao, como era La Zambra. Anteriormente estuve en otro tablao que se llamaba Las Cuevas de Nemesio. Allí estuve con Paco Toronjo, Gordito de Triana, La Marelu, La Susi, que eran niñas en aquel tiempo. Bueno, yo también era un niño. Tenía veintiún años. Luego la suerte de encajar en Zambra, que acababa casi de irse Enrique Morente, y allí tuve la suerte de estar con Pericón, Rafael Romero, Juan Varea, Miguel Vargas… Aquello fue para mí grandioso, sobre todo porque se aprendía mucho de toda esa gente.

Una de mis obsesiones ha sido que me tocaran buenos guitarristas. Cuando estuve en Madrid me tocaba Perico el del Lunar hijo, también me tocaba Andrés Heredia, que también trabajaba en Zambra. Por mi forma y tesitura de voz según dicen, y yo también creo, en mi juventud destaqué por los cantes de Málaga, en los cantes de levante, fui premio Lámpara Minera en el 85, y también como me siento muy a gusto es cantando por soleá, la caña me encanta, el polo… En realidad, soy un buen aficionado y me gusta aprenderlo todo.

A Japón me fui en octubre de 1973 y en abril del 74. La afición que hay allí sobre todo es al baile, después a la guitarra y en tercer lugar al cante. En Japón cantaba adelante y también cantaba atrás. Antes de irme a Japón, de Ronda me llamaban mucho para cantar y aquí conocí a mi mujer, Angelita. Entonces cuando regresé de Japón, en lugar de irme a Lucena, me fui a Ronda con ella. Tenemos tres niños, tres varones, uno está cantando por ahí, Curro Luna que vive en Madrid, otro es policía y otro cocinero.

De los jóvenes tengo en mente a Poveda, Arcángel, la niña de Enrique, Estrella, y muchos otros que no los conoce nadie y son grandes aficionados. En el baile y la guitarra hay una serie de gente, verdaderos monstruos, desde Paco de Lucía…

Mi último disco (“Moriré Flamenco”) salió a la venta en mayo de 2006. Lo he grabado con un chiquillo de 25 años, que es de Monte Mayor. Se llama Ángel Matas y ésta es una prueba de como va evolucionando la guitarra. En el 72 grabé mi primer disco, hace 35 años, con Perico  el del Lunar.

Para este año tengo la Bienal de Málaga y luego también voy a Almería. Y sobre todo que ya estoy pendiente de hacer otro disco nuevo que va a ser todo lo contrario que este último, es decir, que no va a llevar los arreglos musicales que lleva éste, va a ser puramente voz y guitarra. Creo que no le voy a meter ni palmas, aunque haya cantes de palmas, como pueden ser las alegrías de Cádiz. Entonces el disco, una idea que me ha surgido, va a ser un cante de cada provincia. Tenemos ocho provincias. El disco va ha ser ocho más dos. ¿Y estás dos qué serían? Lucena y Ronda.

Más que olvidado, me considero, en cierto modo marginado, porque si no te llaman a sitios que yo considero que debo de estar, pues, en fin, un poco olvidado. 

* Curro Lucena (Nono Guirado©).

Las manos de Toñi Fernández

Las manos de Toñi Fernández

Dame la mano (2012)

Hace días, tal vez muchos días, que tengo en mi poder el primer trabajo discográfico de Toñi Fernández, una joven cantaora (1986) de Huércal de Almería afincada en Sevilla. Un trabajo de estudio que esperaba como agua de mayo.

Hace días, tal vez muchos días, que no me resisto a escuchar alguno de sus cortes, si no todo el cedé que me seduce de principio a fin.

Desde que conocí a esta dulce gitana, aposté por ella, por su voz y por su empeño. En la medida de lo posible le he ido haciendo un seguimiento para advertir una evolución que, en ningún caso, se ha malogrado. Muy al contrario, se ha ido refinando a la vez que su voz ha madurado. El aguardiente preciso, el rajo de antaño y esa búsqueda interior que hace que parezca que duele el cante caracterizan a una cantaora que a veces nos puede recordar a Aurora Vargas o a la ‘La Macanita’ e incluso en los tangos rememora a Remedios Amaya.

Un gran surtido de cantes demuestra su largura. El genérico corte clásico de todo el trabajo alude al respeto. La variedad de guitarras dicen tanto de su versatilidad como de su carácter sensible. El apoyo de grandes músicos (Pedro Sierra en la producción, Ricardo Rivera en la composición, Diego del Morao, Jorge Pardo, Rosario Guerrero ‘La Tremendita’, David Palomar, Manuel Moreno ‘El Pele’…) habla de su grandeza y de su gratitud…

Los temas ‘festeros’: la primera soleá (Verdolaga), las alegrías (El mapa de mi vida), los tangos (Dame la mano y Si te separas de mí) y las bulerías (Los rosales de TrianaEres el verso), sobre todo, son cantes más diáfanos, con variedad instrumental, arreglos modernos y letras del momento. Pero en el resto, con más jondura, se hace acompañar tan sólo con una guitarra y un poquito de compás.

El martinete (Llaman a la puerta), la malagueña (Si a mí me dieran) y las seguiriyas (A mi hermano Manuel) son un ejemplo de veracidad y buen gusto en su raíz. Pero yo me quedo con las tarantas (Peleando), donde reivindica su tierra y desborda sentimiento.

Hay cantes que valorizan a determinados cantaores, pero permitidme que os diga que hay cantaores que prestigian determinados cantes.

La natural grandeza

La natural grandeza

Lo que trae el aire

El aire es caprichoso. El aire va y viene. El flamenco que presentó La Moneta en el teatro Isabel la Católica el lunes, 4 de junio, coincidiendo con  el primer día de las fiestas del Corpus de Granada, fue como el aire, como ese viento que va y viene a capricho, que lleva y que trae a voluntad.

Comienza por granaínas. Se escora a la izquierda, pues sus músicos se agrupan a la derecha. Rompe la simetría y rompe moldes con su parquedad. La luz es bondadosa y desvela todos los secretos. No hay nada que ocultar. El sonido también es impecable. Se aprecia hasta la ausencia de taconeo en esta primera pieza. Sólo el cuerpo canta. Con bata leonina y mantón, le baila al cante que, como ella, es una ceremonia. Primero Juan Ángel Tirado y su personal caja de música, después Jaime Heredia ‘El Parrón’ y el bronce en su voz. El remate antológico lo pone ’Manzanita de Santa Fe’ y su torrente.

En los abandolaos sin baile se estrenan los cantaores Miguel Lavi de Jerez y David ‘El Galli’ de Morón. Qué lujo de voces, qué lujo de timbres. Todos distintos, complementarios, admirándose mutuamente, imponiendo su paladar.

Vuelve la bailaora por soleá. Con su vestido sangre con tres vueltas mantiene sus constantes. El compás preciso, su mirada, sus silencios, su caída y sus desplantes dejan clara su apuesta: el cante es el idioma, ella la intérprete; el cante es libre, ella inventa; el cante crea, ella recrea. El remate por bulerías es una fiesta donde parece que la granadina entra en trance. Se deja llevar y no teme al vacío ni a san Vito.

La guitarra se queda sola para hacer entrega de una bella bulería. Luis Mariano es el sonido del monte. Trasmite amor y desamor, fuerza y calma. Lo acompaña especialmente fino Miguel ‘El Cheyenne’ con el cajón.

Luis queda sólo y comienza la farruca. Con un traje negro de pantalón y la espalda descubierta, Fuensanta descubre otra forma de bailar. La farruca cambia de sexo. Ahora es sinuosa y sensual. Los pies cantan la ausencia de voces. El cielo es suyo.

Una rueda de martinetes nos descubre la grandeza de los cantaores, su buena forma, su pique sano. Se miran y se gustan. Se pasan el testigo jaleando los requiebros y pellizcos del compañero. La seguiriya viene rodada. Posiblemente es el estilo que más identifica a La Moneta. El dramatismo se hace liviano y la mueca con la contemporaneidad sabia que ha impregnado todo el concierto.

El fin de fiestas, después de los saludos, viene en forma de tangos, donde los cantaores cantan a voluntad y se hacen corales cuando son del Camino. Fuensanta, con más libertad que nunca, baila a los postres.

* Foto Antonio Konde©.

Sí o sí

Sí o sí

Flamenco Viene del Sur

Jerez es un sello indiscutible. Nadie duda de la cuna, de la ciudad del flamenco. Su arte está por encima de cualquier pero. Sin embargo esa fama hay que mantenerla tanto dentro de Jerez (lo que resulta relativamente fácil), como fuera de su tierra.

El lunes pasado se presentó la obra ‘Mujerez’ en el Teatro Alhambra tras dos años de rodaje (se presentó en la XVI Bienal de Flamenco, 2010), que recientemente se dedica a la memoria de ‘Moraíto Chico’.

Tres mujeres jerezanas, Juana la del Pipa, Dolores Agujetas y Tomasa Guerrero ‘La Macanita’, tres pesos pesados del cante de raíz ocuparon la escena, bien individualmente, bien en grupo.

La noche prometía y no defraudo. ¿No defraudó?

Cuando se espera lo mejor, el cien por ciento, los recortes, por muy bien que estén, se llegan a notar. La rutina siempre pasa factura, cumplir por cumplir es imperdonable.

Cuando se va de sobrado (“yo tengo de flamencura hasta el aliento”) algo en el fondo huele mal.

Y no es que fura un fracaso, como puedo dejar trascender, pero cuando alguien viene con media de notable, el suficiente es insuficiente.

Comienza Juana rellenando la escena como gitana de gran peso y veteranía entonando por soleá y terminando por tientos-tangos, que remata de pie, paseando su gran porte con gracia y compás. Su voz ronca más nos cuenta sus limitaciones que su añeja profundidad.

Dolores, para mí la mejor de la velada (la única que no había visto en directo), comenzó también por soleá y remató por seguiriyas. Se hace acompañar a la guitarra por su hijo Dieguito de la Agujeta y no por Antonio Higuero que arropó a sus compañeras. El eco de los Agujetas estaba presente en todo momento. Los finales sin embargo no los cuadra. Hay que esperar a las tonás, cantadas alternativamente por las tres, para apreciar realmente a la verdadera descendiente de su estirpe.

Soleá, como las demás, y soleá por bulerías, con amplia concesión al cuplé como acostumbra, fue la incursión de La Macanita. Su torrente y su agudeza son manifiestas, pero se echa en falta el timbre de sus primeros conciertos, de sus primeras grabaciones.

Acabaron, como ya se ha dicho, por tonás, fandangos naturales y bulerías con todos presentes en el escenario, insertando una pataílla que otra, incluidos los efectivos palmeros, Chicharro y Bo.

Ketama 2

Ketama 2

Flamenco Viene del Sur

Venga por anticipado la calidad guitarrística de Josemi Carmona. La herencia Habichuela por un lado, la apertura musical de su padre por otro y la participación de lleno en el llamado Nuevo flamenco para terminar, hacen del ex Ketama un tocaor arriesgado y novedoso. Su sólo soniquete lo adhiere al listado de flamencos indispensables.

Josemi llegó a Granada, la tierra de sus padres, el pasado lunes, 14 de mayo, para presentarnos Las pequeñas cosas, su segundo disco en solitario, si contamos como primero el que grabó con el bajista Carlos Benavent, Sumando, en 2006.

Las pequeñas cosas es un disco supremo y avanzado, lleno de sorpresas y colaboraciones, abierto a todas las corrientes musicales, necesario para conocer el estado actual y los nuevos derroteros de la guitarra flamenca. No así el directo. El concierto llegó a ser un desconcierto.

Vamos a ver. La guitarra de Carmona, como ya digo, espectacular. No sólo su rasgueo, sino también sus escalas, la concesión al jazz, al pop y a la samba, el dominio de los pedales (llevaba cuatro que llegaba a manejar como si fuera Eric Clapton) y sobre todo sus silencios, marca de la casa Habichuela, que arrancan el espontáneo ole.

Desde el primer fandango (Pasando por Huelva) apreciamos toda esta sensibilidad, que vimos su continuación en la soleá. Después, mientras se desgranaba el disco (y algún tema de su colaboración con el bajista barcelonés), todo sonaba igual en ritmo y armonía: mucho tanguito rumbero, más cercano a su anterior época con Ketama (incluso sonó el clásico de Antonio Vega Se dejaba llevar grabado por este grupo), que el cantaor lucense Santiago Cortiñas ‘El Kiki’ se empeñaba en su perfecto remedo.

Por otra parte, algunos momentos del segundo guitarrista, Carlos Carmona González, fueron para tener en cuenta, pero en general, su grupo no estaba a la altura.

La bulería Dos puñales, con colaboración de Paco de Lucía en el cedé, cerró entrañablemente el concierto, para la cual llamó al escenario a sus primos, José Antonio Carmona, compositor de parte de la letra, y a Pepe Luis Carmona, presentes entre un público que por desgracia llenó tan sólo la mitad de la sala.