Me recuerda a ese viejo chiste en que una señora denunció a su vecino por pasearse desnudo por su piso. Cuando la policía fue a constatar el hecho, se asomó a la ventana y advirtió a la señora que, pasease o no sin ropa alguna, desde donde estaban era imposible verlo. La mujer, con toda naturalidad, le dice al investigador: "súbase al armario, verá cómo va desnudo".
La libertad de un individuo termina donde empieza la de los demás. También está la educación y el respeto.
Cuando a alguien, con cierto sentido cívico, acusan de alguna anormalidad que perturbe al prójimo, lo primero que debe hacer es comprobar el daño, sopesar las irregularidades y, en su caso, erradicar ese desperfecto.
En el Albaicín hay una escuela de baile, que comenzó como una academia de idiomas. Su transformación fue progresiva y natural. Situado en un lugar emblemático, el Carmen de las Cuevas, hoy por hoy, es un lugar señero dentro del flamenco en nuestra ciudad. Tenemos que estar orgullosos que existan lugares como éste, que acojan a estudiantes de todas las nacionalidades y que lleven a su país, no sólo el idioma, las costumbres y el flamenco aprendidos, sino también el ambiente y la imagen edénica que se puede contemplar en su estancia en este lugar.
Son muchos los que acuden a Granada para ver, para vivir, para escuchar. Para escuchar ese silencio sacromontano que sólo mancillan los pájaros. Para escuchar el sonido del agua, verdadero tesoro y herencia nazarí. Para escuchar el lamento de una guitarra, las fiestas de los gitanos, el soniquete profundo de un zapateado.
Desde 2006, sin embargo, una vecina de dicho Carmen, en la Cuesta de los Chinos, se viene quejando por el ruido en la casa de al lado. Su pataleo es totalmente legítimo: el derecho a la tranquilidad debe ser inquebrantable.
Las inspecciones y los controles inmediatos que se realizan, por su parte, clasifican dicho "ruido" por debajo de los niveles permitidos y en horarios diurnos. Y, aunque encuentran deficiencias en el aire acondicionado y ven ilegales las máquinas expendedoras de refrescos, sus actividades pueden seguir desarrollándolas como hasta la fecha.
La vecina sigue enchufando el fonendo a las paredes, continúa con su denuncia y pone un contencioso. El juez le da la razón (¿?), pues no se hicieron debidamente las mediciones acústicas en su momento.
En diciembre de 2008 el Ayuntamiento decide acatar la sentencia de la juez y clausura el local para hacer las mediciones pertinentes. La vecina, en cambio, no permite medir en su vivienda (porque no se lo han notificado por escrito), que su abogado irá al Ayuntamiento y aclarará todo.
Pero este supuesto abogado no da señales de vida.
Finalmente, el Ayuntamiento decide reabrir porque piensa que los estudios están bien insonorizados, que los daños a la academia son mayores que el pataleo vecinal.
Hasta aquí está todo aclarado. Sin embargo, el carácter empecinado y centroeuropeo de nuestra fiel enemiga no descansa y seguirá agudizando su oído para no oí un tacón más alto que otro. Desde aquí nos solidarizamos con el Carmen de las Cuevas. Recogeremos adhesiones. Y, a este paso, nos vemos manifestándonos en Ámsterdam ante el Tribunal de La Haya.